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Fallaron tres explosiones de las 13 previstas para medir el perfil sísmico peninsular

Diez explosiones en el mar, de las 13 previstas, se han realizado en la campaña de perfiles sísmicos profundos del estudio geofísico de la corteza terrestre en la península Ibérica. La Armada portuguesa ha hecho seis de los siete disparos que tenía encomendados, y la Armada española, cuatro de seis.

En las últimas tres semanas, 200 geofísicos de 17 centros de investigación europeos han recorrido toda la península Ibérica registrando, con sismógrafos alineados a lo largo de seis perfiles de 1.000 kilómetros cada uno, el reflejo transmitido por la litosfera de las explosiones hechas en el mar con cargas de 1.000 kilos de dinamita. Para completar los datos, se está estudiando la repetición dentro de unos meses de la parte del experimento que no se ha podido hacer ahora, en concreto las mediciones de las explosiones fallidas de la Armada española desde Marbella y Tarragona los días 4 y 18 de octubre.El balance de este trabajo de campo es bueno, según estimaciones del comité organizador del mismo. Se ha realizado un porcentaje alto del programa previsto, y los datos recogidos son prometedores. El centro coordinador, instalado en Toledo, ha iniciado el proceso de datos, que se terminará en dos universidades españolas y tres institutos de Francia y Suiza. En el plazo de seis meses a un año se entregará a los centros de investigación participantes en en el programa ILIHA (Anisotropía y Heterogeneidad de la Litosfera Ibérica), la información sistematizada por perfiles y disparos. A partir de ellos se estudiará el eco de las explosiones, pequeños terremotos artificiales, en las distintas capas internas de la corteza terrestre. La investigación de las velocidades de propagación, profundidad y características sísmicas permitirá conocer la estructura de la litosfera de la península Ibérica.

Las tormentas, que alteran la calidad de los sismogramas y dificultan la colocación de las estaciones, y algunos accidentes automovilísticos de los operadores de campo, han sido los problemas más destacados.

En el capítulo de las incidencias destaca la destrucción de algunas estaciónes sísmicas, equipos que pueden llegar a costar cuatro millones de pesetas. Unos operadores encontraron una de las estaciones destrozada por disparos hechos a bocajarro con perdigones. Otra estaba aplastada por un tractor, y en algunas habían sido cortados los cables que conectan el sismógrafo con los instrumentos de medición.

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