El difícil ascenso de la oposición en la RDA
La incipiente organización del Nuevo Foro impide el surgimiento de un líder
"Son lo más parecido a los verdes", comentaba en privado un político conservador de Bonn, refiriéndose a los miembros del Nuevo Foro, grupo opositor de la República Democrática Alemana (RDA). No es una opinión aislada. Coincide con la de muchos analistas de la RDA que, desde el otro lado de la frontera, intentan averiguar qué hay detrás de los borrosos perfiles que proyectan los miembros de esta plataforma opositora, cuya imagen pública -e incluso física- tiene grandes coincidencias con la filosofía programática de los miembros de la llamada Lista Alternativa en la República Federal de Alemania (RFA).
La negativa a propiciar ningún liderazgo personal, una a veces confusa dispersión política y la ausencia de un programa ideológico, todo ello evidenciado por contradictorias declaraciones de sus portavoces -que declaran sin mucha convicción "yo soy marxista" como podrían decir "yo soy cristiano"- rezuma un perfume cuyos elementos básicos estarían en el romanticismo alemán del siglo pasado, la cara caótica del idealismo. Como sucede con los verdes de la RFA.Pese a su indudable atractivo popular y sus cerca de 30.000 miembros, no despunta en Nuevo Foro la figura de una personalidad política -ni siquiera la más conocida de la escritora Barbel Bohley- que pueda asumir un liderazgo para enfrentarse al Partido Socialista Unificado (SED, comunista). Se ha dicho muchas veces que la ausencia de una oposición articulada en la RDA respondía en parte a la política del régimen de deshacerse de todos aquellos elementos que apuntaran ciertas cualidades políticas, y que no comulgaran con el partido, por el fácil sistema de darles un pasaporte para Occidente.
Algunos observadores siguen con atención al recién creado Partido Socialdemócrata (SDP). Son las viejas siglas de uno de los partidos con mayor historia del mundo y siguen teniendo vigencia en toda Alemania. En la zona de ocupación soviética, el SPD fue forzado en 1946 a unirse al también histórico Partido Comunista (KPD) para formar el Partido Socialista Unificado (SED), lo que indujo su desaparición de hecho.
Las autoridades de Berlín Este, si bien no han legalizado al nuevo partido, le han permitido una cierta libertad de movimientos. Uno de sus líderes, Steffen Reiche, se ha reunido con sus correligionarios socialdemócratas de la RFA para pedirles que les ayuden en su pretensión de formar parte de la Internacional Socialista. Reiche quiso dejar bien claro que no deseaba ningún tipo de ayuda económica ni organizativa para no poner en peligro su posible legalización.
Queda también otro resquicio para penetrar en el poder desde dentro del sistema. El Partido Liberal Democrático (LDPD) de Manfred Gerlach, que cuenta con 52 escaños en el Parlamento -al igual que los otros tres satélites del SED- y con un periódico, ha sido el que más se ha distanciado del régimen. Y lo ha hecho, además, de una manera bastante audaz. Ejemplos de ello son su decisión de conceder públicamente libertad de voto a sus parlamentarios en la elección, el pasado martes, de Egon Krenz como jefe del Estado -libertad que fue utilizada por bastantes de ellos-, así como laabierta crítica a su designación. El LDPD parece contar, además, con el apoyo tácito de algunos de los más veteranos grupos de oposición al régimen, especialmente de los relacionados con las iglesias. De hecho, uno de los religiosos más críticos con el SED, el pastor Reiner Eppelmann, fundador del grupo Despertar Democrático, aseguró en una entrevista con una emisora de radio occidental que este grupo había escrito cartas a numerosos diputados de la Cámara del Pueblo, antes de la votación del martes, para que propusieran a Gerlach como jefe del Estado en lugar de Krenz.
De los otros tres partidos satélites, los cristianodemócratas (CDU) parecen haberse apagado según los acontecimientos han empezado a tomar velocidad. El CDU fue el primero en alzar la voz con ocasión del sínodo de Eisenach, en donde se produjo la salida a la superficie de Nuevo Foro, y por ello fueron acusados por el régimen de ser un caballo de Troya.
Por su parte, la poderosa Iglesia Protestante, en otro tiempo la auténtica religión del Estado prusiano, ha maniobrado con habilidad para mantener un protagonismo propio y no apostar por ningún grupo político y por todos al mismo tiempo.
De momento no pueden hacerse demasiadas cábalas sobre como se configuraría el espacio político en la RDA si se produjera una apertura política que culminara en unas elecciones más o menos libres. Una sola cosa es cierta: el SED las perdería.
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