Espejo oscuro
La narración es simple: ella ha salido de una cura en El Patriarca, inundada de fe religiosa como defensa ante la droga; él viene de la cárcel con un permiso de fin de semana. Ella no puede resistir, a lo largo de este acto, la tentación; se inyecta y muere. No hay fe que valga, no hay oración que salve, aunque el autor trate con delicadeza esta cuestión. Un tercer personaje, el camello, sobra: parece que está para dar un toque irreal o fantástico a la acción directa. Lo que importa es el cara a cara entre los dos personajes, el amor y la oposición, la lucha interna.El diálogo, en el argot de la juventud, tiene rasgos de humor y simplicidad en el desarrollo de la tragedia sin salvación. Es un espejo oscuro, una moral de lo que puede estar sucediendo, al mismo tempo, en el mismo barrio donde se representa (teatro Alfil, calle de Pez), aunque la acción de la obra se desarrolla en Sevilla y es, desgraciadamente, universal.
Líbrame, Señor, de mis cadenas
Texto y dirección: Antonio Onetti. Intérpretes: Milagros Lono, Vicente Ayala y Roberto Cerdá. Escenografía y vestuario: Roberto Cerdá. Música: Los Tercos. Teatro Alfil, 24 de octubre.
El autor y director, Antonio Onetti, es buen fruto de la Escuela de Arte Dramático: tiene 27 años, la edad de sus personajes, que los actores Vicente Ayal y Milagrosa Lozano interpretan con suficiencia juvenil, con gestos y palabras adecuados. Los acompaña con acierto Roberto Cerdá, en el papel sobrante. El público del estreno era muy J0ven, muy favorable y perfectamente receptivo: aplaudió con mucha justicia al acabar el apólogo y rió con frases de la obra ácida y conmovedora.
