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Ante todo, liberal

Ramón Trias Fargas era, por encima de todo, un liberal, en lo político y en lo económico. Un talante que quizá acuñó en su años de exilio en Colombia, acabada la guerra civil, y que quiso dejar patente en sus palabras de despedida como presidente de CDC, en enero pasado."En materia ideológica", explicó Trias ante las bases y la dirección convergentes, "no he engañado nunca a nadie. Estoy seguro de que nadie en esta sala y ninguno de los militantes duda de mi nacionalismo. (...) Pero yo desde el primer día me he manifestado como un liberal. Un liberal en la clandestinidad, en España y en el extranjero, en la época de Franco. Un liberal sin reticencias en la época posterior inmediata a la muerte del general, cuando estaba de moda el marxismo. Un liberal ahora, cuando esto de la idea liberal de progreso, de justicia y de las libertades de las personas y de los pueblos ya es más aceptada".

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A Trias le obsesionaba el exceso de poder. "El hombre tiende, si tiene mucho poder, a abusar de él", afirmaba. En su noción de la división del poder se sienta una de las bases de su nacionalismo económico. Trias, que en 1985 publicó un estudio en el que defendía la viabilidad de la independencia económica de Cataluña", era partidario de la recaudación descentralizada del IRPF: "Dado que el anticuado sistema fiscal sitúa la recaudación en el centro del país, se da la circunstancia de que la periferia tiene los problemas, pero no tiene el dinero. Las competencias periféricas de un sistema descentralizado constituyen una garantía para los ciudadanos y un modo de reforzar el sistema democrático".

A diferencia de sus predecesores, Josep Maria Cullell y Josep Manuel Basáñez, Trias Fargas no ha sido un hombre de detalle. Ha sido más bien el político de las grandes ideas, el dirigente que traza las líneas maestras para que luego los ejecutivos vayan llenando de contenido el plan trazado.

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