Madrid tolerante

LA TOLERANCIA defendida por Enrique Tierno en sus bandos de alcalde, luego proseguida por Juan Barranco, hizo de Madrid una ciudad en la que surgieron mercadillos, músicos callejeros y artistas que los fines de semana hacían de los parques su escenario. El mercadillo de artesanos de Santa Ana fue uno (le los que se autorizó, junto al de ceramistas y pintores de la plaza del Conde de Barajas. Todos ellos consiguieron, casi sin proponérselo nadie, paliar con imaginación el aspecto oscuro y sórdido que generan las grandes concentraciones urbanas, y más en tiempos económicamente difíciles.Pues bien, la reciente coalición de centro-derecha que ocupa el Ayuntamiento madrileño puede pasar a la pequeña historia, y no menos pequeña posteridad, por haber conseguido reconvertir las esporádicas zonas de placer cotidiano en broncas y peleas sin sentido. La irrupción en la presidencia del distrito de Centro del concejal popular Ángel Matanzo ha supuesto -metafóricamente hablando- la reencarnación de Atila y su caballo. Desde la espectacular irrupción en la plaza del Dos de Mayo hasta la amenaza de cerrar 30 locales de la noche madrileña -no necesariamente los más conflictivos- pasando por su peculiar concepto sobre la regularización de mercadillos -apalear artesanos no parece ser un sistema civilizado de impedir la venta y tráfico de droga que sin duda se desarrolla en la misma plaza-, este edil con poder ha demostrado lo peligroso que puede ser dar mando a quien no está preparado para ejercerlo.

El nuevo equipo municipal debería ser consciente de que intimidar arbitrariamente al ya bastante agobiado ciudadano con la aparatosa presencia policial en los lugares en que no es precisa sólo demuestra la fragilidad de sus propios argumentos.