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Los cambios en el Este provocan una crisis en el Partido Comunista Francés

Los cambios que se producen en los países del este de Europa han provocado una crisis en el Partido Comunista Francés (PCF), uno de los más dogmáticos de Occidente. Los antiguos ministros comunistas en el primer Gobierno de la presidencia de François Mitterrand se enfrentan, convertidos en los gorbachovianos del partido, al secretario general, Georges Marchais. Una carta del ex ministro Charles Fiterman, enviada la semana pasada al Comité Central, ha sacado a la luz la amplitud de las divergencias.

Fiterman, ex ministro de Transportes y antiguo número dos del PCF, no asistió, a causa de un accidente de automóvil, a las reuniones del comité central, el jueves y el viernes pasados, pero envió una carta en la que afirma que "los cambios que se aceleran en Francia, en Europa y en el mundo (...) modifican hasta algunos elementos de fondo de nuestra batalla".Fiterman, miembro del buró político y del secretariado, propone "refundar una identidad comunista moderna" aprovechando que la crisis del Este da al PCF la ocasión de desarrollar su propio proyecto socialista; critica el maximalismo del partido y su tendencia a distinguirse "a cualquier precio de los otros" y predica una defensa de "los intereses generales de la nación" y no solamente los de "una u otra categoría ,social".

Después de referirse a la distención, en la que la fuerza de la política" tiende a sustituir a la "política de fuerza", Fiterman escribe: "La democracia emerge poderosamente como dato fundamental de la organización de las sociedades, sea cual sea el régimen político". El dirigente del PCF expresa todo su apoyo a este "nuevo humanismo, por esencia revolucionario".

"Nueva cultura política"

El debate en el comité central fue lanzado por otro ex ministro, Anicet Le Pors, quien pidió una "ruptura" y una "recomposición de la amplitud de la perestroika", que den al partido "una nueva cultura política". Marcel Rigout y Jack Ralite, también antiguos ministros comunistas, están en la misma línea.

Marchais reconoció el domingo que por primera vez "se cuestiona con tanta fuerza" la política oficial del PCF en puntos fundamentales", aun que afirmó que las discrepancias arrancan desde 1984 e insinuó que los críticos defienden una estrategia de alianza con los socialistas. El secretario general no se negó a que continúe el debate. Fiterman se alza como el principal adversario de Marchais con vistas al próximo congreso del PCF, previsto para diciembre de 1990, aunque sus posiciones son minoritarias en el partido, rígidamente controlado por los ortodoxos. Varios miembros de la dirección replicaron en el comité central a los críticos. Gisele Moreau, miembro del secretariado, fue la más dura, hasta el punto de pedir la apertura de la "caza" de quienes "gangrenan" el partido.

Con su toma de postura, Fiterman se alía con los llamados "reconstructores" del PCF -encabezados por Rigout y Claude Poperen, ex miembro del buró político-, que confían todavía en poder mantener una batalla interna en el partido, pese a la frustrada experiencia de anteriores intentos de renovación, como el dirigido por el ex candidato presidencial Pierre Juquin, que fue expulsado. Los renovadores, actualmente al mando de Claude Llabres, se inclinan por la entrada en el PS.

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