Y ¿qué es el dinero?
Los de acá abajo -ya sabe usted- gozamos de esa condición de que, como hemos perdido el miedo a que nos declaren hijos de mala madre o de infinitos padres, que hoy se puede traducir como miedo de no ir con los tiempos y no estar al día, vamos, que ni tenemos Visión de Futuro ni creemos en el Tiempo de Dios que cantan los Ejecutivos del Mañana, como que sospechamos que son siempre los mismos lobos con distintos cascabeles, pues así podemos no tragarnos las fantasías del retablo blanco que quieren hacernos ver los titiriteros desde Arriba (que mueven los hilos, que se creen Ellos, pero ¡ja!, que se lo crean: tampoco hay hilos) y podemos vocear la mentira de la pantalla que nos meten por los ojos.Así la última vez, no por votación y mayoría, sino al aliento común de lo que siente el pueblo (esto es, los desgraciados de muy poco poder), hemos proclamado que los productos de las Artes Plásticas en general, clásicos y contemporáneos, de exposición a la última o de museo venerable, por más que se vendan a millones de millones, como a la gente común no le sirven para nada, no valen nada y son todo mentiras. Sólo que a veces los titiriteros ponen una voz tan dura y campanuda para hablarnos de la Realidad Contemporánea... Especialmente, de dinero, que es, como V. sabe, la última verdad y el motivo para cualquier cosa; y más bien, dinero de ése de miles de millones, que es el que Estado y Capital le pasan a usted por las narices a diario, a fin de hundirlo a usté en la miseria y hacerle morder el polvo de veneración; y eso, igual Prohombres de la Banca que Ministros de las Artes o Prebostes de la Ciencia: todos, miles de millones, sean de Presupuesto Anual o de Módulo de Subasta o de Coste de Satélite o de Años-Luz... ¿qué más da?: todo lo que se cuenta por números es dinero (también su edad de usted -dicho sea de paso).
Por cierto que antaño, hasta en tiempos de la dorada burguesía, de dinero, niño, no se habla: era indiscreto al menos, si ya no tabú. Pero hoy día apenas se habla de otra cosa; la Fe triunfante se proclama a rótulo y bocina; el vergonzante ceño de los usureros y mercachifles se ha vuelto la cara misma del noble Ejecutivo de la Empresa, sincera como el sol.
Y tan seria... De respeto le veo temblar a usté y agachar el coco cuando le habla el Capitoste de Finanzas acerca de la Tasa de Incremento Progresivo del Incentivo de Cuota Ocupacional o de la Exención del Coeficiente de Caja Empresarial y Holding Opcional del Mercado de Operaciones, así como de la Convergencia Internacional de la Política de Oferta de Transferencias Económicas: chiquitos se le hacen a usted los latinazos de la vieja Iglesia, antecesora de la presente.
Pero peor todavía cuando emplean locuciones de las familiares y corrientes, y le hablan del coste del dinero, de la fusión de un par de bancos o del recalentamiento de la economía y consiguientes medidas de enfriamiento: es entonces, seguro, cuando se queda usté tan pancho y convencido de que está palpando la Realidad y que se ha metido en el bolsillo (puesto que en él lleva V. las páginas rosadas de este mismo Rotativo) los procesos económicos que se mueven allá en lo Alto.
Las nuevas catedrales
Bueno, pues mire: también son ilusiones y mentiras todo eso; ilusiones reales y sanguinarias, eso sí, puesto que sirven para idiotizar al pueblo y administrar la muerte, pero no por ello menos ilusorias y mentirosas; y a los que andemos todavía medio vivos por acá abajo no nos cabe más que averiguar y proclamar que también el manto de millones con que el Rey se cubre es puro aire y engaño sólo sostenido por la Fe; la Fe impuesta en las almas por el
terror de no ser de Ellos, de per der el Alma; en fin, la misma Fe y Terror que sostenía a la vieja Iglesia, a la que ésta ha suplantado: ¿no ha visto V. cuáles son las catedrales de nuestros días?, y que no suplantan sólo a los antiguos templos, sino hasta a las tiendas de los mercaderes de antaño, de cuando la burguesía: ya no hay más tiendas que ésas en que se vende y compra dinero, y ésas mismas son los verdaderos templos del Señor, que así para nuestra época ha querido manifestarse. ¡Como para que venga hoy Jesucristo a echarlos del templo a latigazos! Pues bien, para reconocer que también en lo económico como en lo cultural el Rey está desnudo y así vocearlo sin temor en la plaza pública, puede usté empezar por ahí, por el lenguaje mismo de los economistas y financieros: a usted le han enseñado muy bien a decir "No entiendo", para enseguida encoger los hombros y añadir "Doctores tiene", ¿verdad? Pues no: cuando usted, como hombre honrado y del común, no entiende, es sencillamente que no se entiende. Y hará usted bien en acosar con sus preguntas a los economistas y banqueros y ministros, para ver cómo se enredan cada vez más impotentemente en sus intentos de explicación, hasta comprobar que en esto, como en lo artístico y lo científico, "No saben lo que dicen". Sea ésta su regla de oro para la rebelión: lo que no puede traducirse a lenguaje popular (no al camelo de la vulgarización: a lenguaje popular), es que es mentira y disimulo de la mentira.
Y en fin, como se nos va a agotar el espacio que a los de abajo nos concede con insólita clemencia este Rotativo de vez en cuando (ah: usted me dirá si quiere que en la próxima lo cite a V. por nombre y señas para comunicarse con otros de los de abajo), pues voy a tener que ponerme un poco axiomático y escueto para recordarle algunas otras de las armas que tiene usted, como pueblo, para decir, también en Economía, la cosa más preciosa que el pueblo dice, que es "No".
Uno de los trucos esenciales que Ellos manejan (al fin, el mismo de la Fe Democrática, aquí ya denunciada, de que la suma de las Voluntades Individuales es la Voluntad de la Nación) es el de hacerle creer a usted que 'dinero' es igualmente ése con que paga usté el café en billetes o moneditas que ése de los billones con que juegan los Estados o Capitales (que, como sabe, vienen a ser lo mismo): y que, por tanto, con tu contribución personal se hace el tesoro estatal (Hacienda somos todos -ya lo has oído), y viceversa, que del Gran Capital se nutre la paguita que te dan para que pagues el café, o mejor, si eres capaz de tragarte que ha salido un auto nuevo, te compres un nuevo auto. Bueno, pues no: el único dinero de veras vigente y contemporáneo es el de Ellos: al que a V. le dejan manejar es una forma arcaica de dinero, una imitación del dinero de otros tiempos, que ya no cuenta; y sólo se lo dejan para que se entretenga y pasen disimulados los manejos del dinero verdadero, que es el de Ellos, o sea que no es de nadie ni nadie le sirve para nada, sino que reina por sí mismo y para sus fines.
Entes abstractos y sublimes
El punto es éste: con el dinero contemporáneo no puede comprarse más cosa que dinero; superado aquel estado en que el dinero compraba cosas (y personas, si llegaba el caso), puesto que hoy día las cosas (las importantes, ea, las que mueven millones y billones) las cosas no son más que formas de dinero (objetos de inversión, si V. quiere), como se percibe en que son incapaces de uso ni disfrute alguno: sólo sirven para comprarse. A usted le dejan un pequeño remanente con el que alguna vez puede llegar a comprar alguna cosilla que sepa a algo, que se palpe; pero eso sólo es para disimular el engaño (como cuando dice usted, incauto, que en la TV le han puesto un buen programa, o como antaño tenía que haber de tarde en tarde algún cura que fuera bueno), para que no se dé usted cuenta de lo importante, que es dinero comprando dinero; y que en ese intercambio de vacíos, en ese movimiento perpetuo de la nada, está la vida del Capital y del Estado, que para eso son entes abstractos y sublimes. Y luego usted ¡siga llamando al dinero materia y materialistas a los que lo procuran!: de gusto se frotan Ellos las manos cada vez que le oyen decir esa tontería.
Y ¿le maravilla a usted que ese dinero que no sirve más que para comprar dinero, ese dinero sublimado, sea la razón última y el poder más serio para machacar tierras y vidas, para cargarse todo lo que haya todavía de útil y palpable, para cerrar vías férreas y asesinar pueblos en nombre de la Rentabilidad, para convertir las ciudades donde vivía la gente en mogollones de bloques donde vivan los autos y los televisores, para tragarse la Amazonia y a María Santísima si se les pone, siempre en nombre de la Rentabilidad? Pues ya va viendo (confío) en que es lo más lógico del mundo.
Tiempo y dinero
El mecanismo esencial se dice en dos palabras: Money is Time: el dinero ha venido a ser lo que era desde siempre su último anhelo: tiempo; tiempo vacío y por tanto
computable, tiempo siempre futuro: horas de trabajo, que se pagan con tiempo con que comprar horas de trabajo en el supermercado, en la playita, en la máquina tragaperras; crédito bancario para las masas de individuos y préstamos estatales a los estatículos en vías de desarrollo: crédito, que es la Fe, de la que Dios vive, a costa de todo Cristo. ¿A que le habían hecho a usted creer que eso de la carrera de precios y sala nos era una de esas cosas que pasan, algo como natural, que así tendrá que ser, puesto que así es? Pues no, señor: en esa inestabilidad perpetua es donde vive el dinero verdadero, ya que, sí se parara un momento, perecería: en la fe y la previsión del futuro, y naturalmente, no con una seguridad numérica absoluta, sino con ciertos márgenes de oscilación, que son de los que sacan sus enormes ganancias (de nada, pero ¡nada tan poderosa-) la Banca y con ella los Estados. Le han tenido que hacer creer en el Futuro, en el de Usted y en el de la Humanidad, porque no había más remedio: porque el dinero es tiempo. ¿Entiende usted ahora algo mejor por qué decimos acá abajo que la función del Estado y el Capital es la de administrar la muerte?: que muerte y no otra cosa es el Futuro, y con ella opera el Crédito y la Economía con que lo tienen a usted devoto y acojonado.
Pues ya sabe: como en otras ocasiones, el templo de¡ Dios Supremo está vacío. Ese vacío era Dios. A los de acá abajo lo que nos toca es decirlo al menos, decir "Está vacío"; y decir es hacer: porque el secreto de Su poder está en que no se diga.
Venga, ea, un poco conmigo a coro: "Me vendí por un duro, y encima es falso. ¡Vaya futuro!".
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