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El presidente provisional de Panamá se convierte en 'sospechoso' para Noriega

Antonio Caño

Los últimos acontecimientos ocurridos en Panamá han provocado fuertes discrepancias entre el general Manuel Antonio Noriega y el presidente provisional del país, Francisco Rodríguez, quien, según colaboradores próximos, estuvo a punto de presentar la dimisión esta misma semana.A raíz de la intentona golpista del pasado día 3, Noriega ha sido confirmado públicamente como el líder del régimen, mientras que para Rodríguez se ha reservado el papel de simple colaborador del nuevo "conductor del proceso revolucionario". En estas condiciones, según fuentes próximas a Rodríguez, se puede adivinar que el presidente provisional, elegido a dedo por los militares el pasado 1 de septiembre, tiene los días contados.

Francisco Rodríguez, de acuerdo con las fuentes citadas, aceptó la carga de la presidencia bajo la promesa de que sería respetada una cierta legalidad que le permitiese defender la imagen de Panamá en el exterior y hacer contactos con otros gobernantes.

Los hechos, sin embargo, han caminado por senderos distintos a los previstos desde el golpe de la pasada semana. La misma reacción de Rodríguez ante el levantamiento desató aquí sospechas en círculos militares. El presidente provisional, que se encontraba en Nueva York, tardó varias horas en pronunciarse sobre los sucesos de Panamá y sólo lo hizo a favor de Noriega una vez que el general tuvo controlada la situación.

Al mismo tiempo causó extrañeza el hecho de que los golpistas quisieran mantener en su puesto a Rodríguez y que lanzasen su acción cuando éste estaba fuera del país, con intención aparente de no quemarle en el intento.

Colaboradores de Rodríguez aseguran que el presidente se ha sentido seriamente contrariado por las noticias que han circulado sobre la forma en que murieron 11 de los oficiales golpistas. Fuentes muy próximas al Gobierno reconocen, en este sentido, que los militares muertos llegaron a comunicarse telefónicamente con sus familiares en la misma tarde del día 3, horas después de sofocado el levantamiento, con lo que se desmiente la versión oficial de que los rebeldes murieron en combate contra fuerzas leales a Noriega.

La gota que colmó el vaso de la paciencia de Rodríguez fue la constitución del parlamento del poder popular, un órgano artificialmente creado por los militares con poderes casi por encima del propio Gobierno.

Fuentes del Gobierno reconocen que en ahora cualquier jefe militar ordena a un ministro y que cualquier coronel le dice al presidente lo que ha de hacer.

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