_
_
_
_
_
LAS VENTAS

La extraña protesta

El segundo toro estaba inválido, normal, y el presidente sacó el pañuelo verde, también normal. Ya no fue normal, en cambio, la que se armó, por ese pañuelo verde. Gran parte del público se volvió hacia el palco, para protestar de que de volviera al corral toro tan bueno. Efectivamente, era bueno. Rafi de la Viña lo quería torear a pesar de todo y pidió permiso, que le fue denegado. Arreció la protesta y entonces ya no hubo sólo abucheos al palco; hubo gestos figurativos de variado tipo, como doblar tres dedos y dejar enhiestos índice y meñique; estirar un brazo y, a golpe de la otra mano, doblarlo con el puño hacia arriba; pegarse zarpazos por debajo del cinturón. Mucho ajetreo se tomó parte del público para exteriorizar su extraña protesta.Otra parte del público aplaudía al presidente. La afición quiere que los toros inválidos no se lidien, por muy bondadosos que parezcan. Algunos aficionados comentaban que, con la devolución del toro bueno al corral, el viñismo creía frustrada la oportunidad de triunfar que se le había presentado al titular de la causa; de ahí su furia. Y, sin embargo, el titular de la causa fue capaz de triunfar también con el gigantesco sobrero que le sustituyó, un animalote de 650 kilos, pitonazos terribles y además mostrenco.

Jandilla / Cortés, Viña, Boni

Tres toros de Jandilla, con trapío, encastados, inválidos 3º y 6º; 5º de Puerto de San Lorenzo, bienpresentado, incierto; sobreros: 1º de Rocío de la Cámara, cuajado, con genio; 2º de Martínez Elizondo, muy grande, manejable. Manolo Cortés: pinchazo hondo perpendicular descaradamente bajo y media estocada caída (silencio); dos pinchazos, estocada perpendicular y descabello (silencio). Rafi de la Viña:estocada ladeada (oreja con protestas); cinco pinchazos y dos descabellos (pitos). Boni: estocada delantera caída (ovación y salida al tercio); estocada atravesada que asoma y descabello (silencio).Plaza de Las Ventas, 12 de octubre.

Resultó que el mostrenco al final no era nadie, como quien dice. Rafi de la Viña lo vió e hizo una faena animosa, con derechazos de discreto ajuste, otros ligados a satisfacción, varios largos y mandones. Y hubo oreja. Luego, en el otro toro, incierto y duro, pedía el público que la devolviera, porque trasteó sin la solidez que debe exigirse a quienes cortan orejas en Madrid.

Así que Rafi de la Viña estuvo anunciado con Jandillas (lo que se disputan las figuras) y no pudo torear ninguno. Manolo Cortés toreó uno, cuya casta le desbordó, y un sobrero áspero con el que tampoco consideró conveniente confiarse. En cambio Boni toreó dos Jandillas, no se sabe aún si por suerte o por desgracia, pues ambos tenían nobleza y no les hizo el toreo bueno. Al primero, temperamental y encastado, le pegó muchos pases, pocos reunido y templado, salvo un par de naturales y otro de redondos, excelentes de verdad; y al último, tocado de cierta borreguez, le aplicó faenita de parecido corte. Ni el que daba emoción, ni el que daba facilidades, le inspiraron, y con tales ánimos no puede haber bonistas apasionados, al estilo de los viñistas que, por el titular de la causa, van y le hacen curritos al presidente.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_