Noriega estuvo cuatro horas como rehén de los golpistas
Un parte de guerra emitido por la televisión oficial panameña reveló que el golpe de Estado contra el general Manuel Antonio Noriega contaba con las más altas complicidades, incluida la del jefe del servicio secreto, y había conseguido respaldo en distintas unidades y rangos de las Fuerzas de Defensa. Diez muertos, 26 heridos, 37 detenidos y cinco prófugos es el balance final ofrecido por las autoridades como resultado de una intentona en la que Noriega estuvo cuatro horas a merced de los golpistas.
Entre los detenidos se encuentran el coronel Guillermo Wong, jefe del G-2, servicio de inteligencia militar; el coronel Julio Young, miembro del Estado Mayor, y el teniente coronel Armando Palacio, número dos del G-2. El de coronel es el máximo rango del Ejército panameño, donde sólo el comandante de la institución puede acceder al generalato.Otros cuatro detenidos son oficiales destacados del servicio de inteligencia, que paradójica mente se ha mostrado como el flanco menos controlado por Noriega, quien en su día fue jefe del G-2 con Omar Torrijos y siempre ha presumido de ser uno de los más completos oficiales de inteligencia de América Latina.
Los demás detenidos pertenecen a unidades de elite de las fuerzas armadas, como el Batallón Urracá, principal protagonista del levantamiento, los doberman, fuerzas antidisturbios de la policía, e incluso el Batallón 2000, cuyos miembros fueron en el último momento los encargados de sofocar la sublevación.
El jefe del Batallón Urracá, mayor Moisés Giroldi, jefe de las tropas que ocuparon el martes el cuartel general de las Fuerzas de Defensa, está entre los muertos durante los combates librados contra fuerzas leales a Noriega. También perdieron la vida en el intento golpista cuatro capitanes, un teniente, dos subtenientes y dos sargentos primeros.
A medida que se van conociendo nuevos datos sobre los hechos ocurridos en las instalaciones del popular barrio del Chorrillo resulta más increíble el fracaso del levantamiento. Según el propio Noriega ha reconocido en declaraciones a Televisión Española, estuvo bajo poder de los sublevados durante casi cuatro horas a partir del momento en que éstos ocuparon el cuartel.
Noriega permaneció todo el tiempo protegido por sus escoltas personales, pero todos ellos encerrados en el despacho del general y rodeados por fuerzas rebeldes, quienes rehuyeron el enfrentamiento directo con los guardaespaldas de Noriega, convencidos de que fuera del cuartel la situación les era absolutamente favorable. Durante las cuatro horas en las que Noriega y sus hombres permanecieron aislados tuvieron tiempo suficiente para preparar un plan de escape que consiguieron ejecutar a la perfección.
Disparos contra el general
El general y sus escoltas utilizaron para salir del cuartel el propio automóvil oficial del comandante y una tanqueta. Los sublevados dispararon contra el coche, pero Noriega consiguió escapar a bordo de la tanqueta.
Una vez que Noriega estuvo a salvo, los oficiales rebeldes tuvieron que resistir el más fuerte ataque por parte de las tropas leales al general. Durante todo el combate, helicópteros de Estados Unidos se acercaron en varias ocasiones al área de enfrentamientos con toda su artillería lista, pero, para decepción de los amotinados, nunca llegaron a intervenir. Fuentes norteamericanas en Panamá han comentado que desde el momento en que los sublevados permitieron seguir con vida a Noriega estuvo claro que el golpe fracasaría.
Fuentes diplomáticas aquí aseguran que el Comando Sur fue alertado por los rebeldes de sus planes golpistas y que EE UU informó posteriormente a algunos países amigos, entre ellos España. Un portavoz del ministerio español de Asuntos Exteriores dijo anoche a EL PAÍS que esta última aseveración "no puedo confirmarla y no tengo constancia, ni yo ni las personas consultadas al respecto, que haya habido tal comunicación" por parte de Washington.
Las tropas norteamericanas en Panamá cortaron las carreteras que rodean el cuartel general de las Fuerzas de Defensa antes del golpe, pero inexplicablemente dejaron abierta la que une la ciudad con el aeropuerto, por la que accedieron las fuerzas que abortaron la sublevación.
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