Cien años de Cocteau
Dos exposiciones reúnen la obra del polifacético artista
La práctica totalidad de la variadísima obra plástica, literaria y cinematográfica de Jean Cocteau ha sido reunida con motivo del centenario de su nacimiento, en dos grandes exposiciones que se exhiben en Venecia. Una de ellas está dedicada al primado del cine en su obra, que incluye toda su filmografía, y la otra ha reunido lo esencial de una obra gráfica, pictórica, teatral, literaria, musical, coreográfica y cinematográfica ingente y, en expresión de su autor, "poliédrica", llena de imprevisibles escapatorias hacia el vuelo de la inventiva.
La idea de la existencia de un primado del filme,en Cocteau proviene de él mismo. Todo Cocteau está allí, y todo Cocteau giró, incluso antes de entrar en él, alrededor del cine, que fue la piedra angular de su visión del arte y la poesía.Nacido en julio de 1889, iniciada su precoz carrera hacia la búsqueda de la poesía en 1909, cuando apenas contaba con 20 años, Cocteau se topó de bruces con el cine en el efimero período de acercamiento al movimiento surrealista. Su reacción ante la visión de Un perro andaluz, la primera película de Luis Buñuel, fue indistintamente de repulsión y fascinación. "El cine es un arma peligrosa y maravillosa en manos de un poeta", dijo después de verla. No hablaba de Buñuel probablemente, porque Cocteau nunca habló más que de sí mismo.
Maravillosos peligros
Poco tiempo después tomó con sus propias manos las riendas de ese "maravilloso peligro" e inició el rodaje de La sangre de un poeta, que él mismo definió de manera insuperable como "un documento realista de acontecimientos irreales" Años más tarde alardeó, sin mentir: "Aquella mi primera película tuvo el honor de ser psicoanalizada por el propio Freud". También todo Cocteau está contenido en estas paradojas y boutades, tan propias de él. Y tan frecuentes en su obra cinematográfica que a partir de su primer filme vertebran definitivamente la pasión poética del esteta y la encarrilan hacia "el deslizamiento de la imagen en el tiempo".La recuperación de la filmografía íntegra de Cocteau -una parte de la cual, y esencial, es su extraordinaria aportación literaria, como guionista y dialoguista, a filmes dirigidos por otros-, y la posibilidad de obtener con ella una visión de conjunto de su poética cinematográfica, es uno de los valores impagables de esta conmemoración veneciana del centenario de Jean Cocteau.
Lejos, al otro lado del canal que separa a Venecia de su Lido, son visibles los principales signos y rastros del otro Cocteau, el dibujante, el músico, el novelista, el escritor de óperas, el ceramista, el pintor, el creador de objetos, el dramaturgo, el director de escena, el decorador, el editor de sí mismo, el poeta, el hombre. Los mil rostros de aquel poliedro humano, ordenados sin aparente orden por la sagacidad y el buen gusto de los organizadores de las exposiciones venecianas.
En la exposición podemos seguir, sin apenas percatarnos de ello, los hilos que arrastraron a Jean Cocteau al cine y los otros hilos que, deducidos del cine, Jean Cocteau tejió en las innumerables facetas de sus artes poéticas. Hay que remontarse a los genios locos del Renacimiento italiano para encontrar tanta variedad de actividades y plasmaciones concéntricas como las que Jean Cocteau desplegó a lo largo de su frágil vida de "exquisito torturado".
Tanto en su cine como en sus libros, en sus músicas, en sus invenciones gráficas y pictóricas y en sus cosas, como esos sorprendentes platos, cajas, pianos, gramófono s, telas bordadas, inverosímiles deducciones visuales de ideas y de paradojas, Jean Cocteau lo absorbió todo.
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