Menor euforia ante los frenos del consumo
La mayoría piensa que se puede vivir al límite de las posibilidades y rechaza recortes a los créditos
En conjunto, se ha producido un cierto enfriamiento de la euforia socioeconómica de principios del verano. La opinión pública ha vuelto a la temperatura que tenía en la primavera: un estado de satisfacción básica con la vida; mayor optimismo económico y político que en los años inmediatamente anteriores al presente, pero menor que en junio de esté año. El jarro de agua fría parece haberlo echado el anuncio de elecciones legislativas anticipadas, con la difusión de la idea de que la economía necesita ser embridada y de que el consumo, tanto público como privado, debe ser limitado.
Aunque el 79% de los españoles adultos se muestran satisfechos con la vida que llevan, el termómetro del tono vital, compuesto por siete indicadores concretos de estado de ánimo, registra una marca infrerior a la de meses anteriores. Aparece una cierta mayor preocupación y un menor sentido del éxito personal; si bien, como siempre ociarre, los jóvenes se muestran mucho más vitales y eufóricos que los mayores.
Concretamente en el terreno económico, la opínión de que la economía va bien es sostenida sólo por uno de cada cinco ciudadanos (21%, como en abril de este año, frente al 28% del mes de junio). Para la mayoría está "regular" (51%), y para casi uno de cada cuatro va mal. A principios del verano se registró una euforia económica desconocida desde hace 15 años.
Mejora la economía doméstica
No obstante empeorar el estado de opinión respecto de la situación de la economía nacional, la evaluación de la marcha de las propias economías domésticas no ha dejado de mejorar: para un 23% su situación económica familiar ha mejorado, para tin 59% no ha cambiado y para un 17% ha ido a peor. Se piensa mejor de la propia economía que de la de la nación. Este hecho sucede con gran frecuencia en el análisis de opinión pública comparado entre distintos países.En nuestro caso parece reflejar una situación real de crecimiento del ingreso y del consumo de los particulares junto a la valoración política pública, de líderes y medios de comunicación, en el sentido de que el país está viviendo por encima de sus posibilidades.
Los indicadores de opinión sobre consumo reflejan claramente pautas de compra ya conocidas por los análisis: la mayor parte del consumo privado de bienes duraderos y de muchos perecederos se realiza mediante endeudamiento de los compradores. Los cuadros adjuntos son elocuentes al respecto: si un 13% de los españoles adultos están comprando o pensando comprar una vivienda, hasta un 8% han pedido un crédito al banco (un 56% para comprar un coche y un 6% para comprar otras cosas).
Los bienes que más suelen pagarse a plazos son la vivienda (84% de los casos de vivienda familiar y 67% de viviendas propias), el coche (75%) y electrodomésticos como lavadoras o frigoríficos (53%). Le siguen el vídeo (adquirido a plazos por el 41% de sus compradores), el televisor (40%), el equipo de música (30%) y el ordenador personal (34% de los que compran uno).
Los españoles no parecen estar muy mayoritariamente dispuestos a cambiar estas pautas de consumo. Los hechos concuerdan mejor con la tradición española de un ahorro escaso que con la idea estereotipada de que ahorrar es mejor que consumir.
Esta idea la mantienen hoy una mayoría del 56% de españoles frente a un 39% que piensan lo contrario. La mayoría no es tan clara cuando se desciende a supuestos concretos. Aun explicando a los sujetos entrevistados que la deuda del país crece y que estamos consumiendo más de lo que producimos, sólo un 43% cree que es preferible dejar de consumir algunas cosas y endeudarse menos. Un 55% opina que cada uno puede vivir al límite de sus posibilidades.
Existe pues un foso entre la vivencia personal y familiar de una economia con ingresos y consumo ajustados, por una parte, y una economía nacional que se anuncia víctima de preocupantes desajustes entre producción y consumo tanto público como privado. Por lo demás, este estado de opinión es muy parecido en todas las clases sociales: ricos, pobres y en la clase media, todos parecemos estar resolviendo con los mismos criterios la ecuación de nuestras aspiraciones, expectativas de lograrlas y recursos disponibles para ello.
De aquí que la opinión respecto a una actuación gubernamental limitadora del consumo sea mayoritariamente adversa: el 62% (que asciende a un 74% en la clase media-alta) opina que cada cual debe consumir y endeudarse a la medida de su voluntad y posibilidades. Y sólo un 18% juzgaría positivamente la idea de que en los próximos meses el Gobierno tomara medidas de limitación del consumo y el crédito. Aun entre los votantes del PSOE, sólo a uno de cada cinco le parecería bien esta actuación del Gobierno.
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