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FERIA DE SALAMANCA

Demasiadas orejas

La sequía venía siendo pertinaz. La sequía en trofeos, digo. Cosa mala para el mayoritario sentir, que no concibe feria sin despojo. Pudo verse venir el desmadre y es posible que alguien lo haya vaticinado.La tarde era propicia. Julio Robles, ni una oreja en cuatro toros, era inconcebible, y, por consiguiente previsible que saliera a arrollar. Y abierto el grifo, cualquiera sabe qué puede pasar. Así fue más o menos. Al presidente se le fue la mano en la segunda oreja concedida al abulense y como esto establece el correspondiente agravio comparativo, de no seguir la misma pauta, pues para qué queremos más.

Julio Robles había estado templado con el toro, matándole de una rinconera. Fanea de oreja, pudo ser; pero de (los, no. La tarde se metió en feria y uno hubo protestas para unos toros sin cara que no respondían (o quizá sí), al argumento de la corrida.

Atanasio / Robles, Espartaco, Camino

Cinco toros de herederos de Atanasio Fernández, sin cara y mansurrones, y 5º del conde de la Maza, astifino y manso, que sustituía a otro de la ganadería anunciada, rechazado en el reconocimiento veterinario. Julio Robles: dos orejas en cada toro. Espartaco: orejados orejas. Rafi Camino: oreja; oreja. Los tres espadas salieron a hombros.Plaza de la Glorieta, 18 de septiembre. Séptima corrida de feria.

Espartaco tiene en esta plaza su segunda casa, o algo parecido. Se le quiere horrores y además suele encontrar ese toro que le hace agigantarse por encima de análisis meticulosos de sus características. Esta vez fue Buñuelo, del conde de la Maza, el que se aupó en la admiración general.

Un toro, ese Buñuelo, que no tenía un pase, con el cual demostró Espartaco el torero que es y, si quiere, puede hacer embestir a un baul. Expuso mucho, se situó desde el comienzo por encima del toro y emocionó a la plaza entera.

Julio Robles también me pareció mejor en el cuarto que en el primero; muy entregado, decidido a lavar penas pasadas y a cortar las orejas perdidas. Acabó con éste toro de un bajonazo. No me parece, tampoco, estocada ideal para que la faena se premie con dos orejas, que son los trofeos máximos.

Cortar patas

La oreja de Espartaco en el primero, exagerada también, claro está que en esta ocasión, al ser la plaza quien la pide y la concede, no hay nada que objetar.Las orejas deben escatimarse a partir de la segunda, porque a este paso, cuando la tarde se mete en fiestas, habrá que volver a cortar patas, con lo incómodo que debía ser llevarlas a paseo, o quizá un poquito de intestino, que podría resultar exótico.

Con Rafi Camino, otro tanto en el sexto. La primera la cortó con cierta benevolencia (pinchazo y delantera baja) tras una faena con episodios brillantes a un toro de carril, pero en la segunda se vio claramente, tanto como la decisión del torero, el afán del público, porque los tres saliesen en volandas.

Bien está si así os parece, pero para mí que el personal se pasó. El presidente fue muy condescendiente y nueve orejas creo que son, sin duda, demasiadas, visto lo visto.

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