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El palco de los despropósitos

Algarra / Posada, Rodríguez, Lore

Cuatro novillos de Luis Algarra, 1º y 3º chicos e inválidos, resto bien presentados y de juego desigual; 2º, sobrero de Barcial, y 5º de Couto Fornilhos, con trapío. Antonio Posada: palmas y algunos pitos; silencio. Miguel Rodríguez: aplausos y saludos; ovación y también pitos cuando sale el tercio. Denis Lore: aviso con un minuto de adelanto y silencio; ovación y saludos. Plaza de Las Ventas, 17 de septiembre.

El público se pregunta que harán en el palco el presidente y sus asesores. En tardes de estilo como la de ayer, con tantos despropósitos como en el palco se cometen, la gente se lo pregunta. Decía uno: "¿A qué se dedicarán?". Y otro: "Pues las manos no se les ven". Así decían los más moderados, que eran pocos. Los menos moderados, que eran muchos, pegaban gritos y ponían a caldo al presidente, que se llama el señor González.El señor González ordenó un aviso para Miguel Rodríguez con un minuto de adelanto. Mucho extrañó tanta prisa. Seguramente sería un despiste en cuyo caso tiene disculpa. El que no se haya confundido nunca de hora, que levante el dedo. Sin embargo, lo de los novillos ruinosos que mantuvo en el ruedo, no tenía disculpa alguna.

Pocas veces se habrá visto novillos tan inválidos en el ruedo de Las Ventas. No es que perdieran el equilibrio; es que se caían patas arriba. No es que hocicaran al humillar; es que se desplomaban con sólo mirarles a los ojitos. Durante estos sucesos el señor González se mesaba los cabellos -los pocos que peina-, el público se los mesaba también (cada cual los suyos, aunque alguno hubo de contener la tentación de agarrar los del vecino) y la crispación general iba en aumento. El público se sentía frustrado, burlado y estafadado.

El primer novillo se derrumbaba en cuanto Antonio Posada le daba el pase, cuando no se derrumbaba sacaba genio, y en un natural volteó malamente al torero. El cuarto tenía trapío, se quedaba corto, y Posada le tóreó con cierta crispación. Debió de ser por los lógicos nervios del bebú. Para la feria de otoño ya vendrá mas placeado y, por tanto, en condiciones de explicar cuánta torería lleva dentro.

Los novillos más serios le correspondieron a Miguel Rodríguez. El patas blancas Barcial, cuajado, cornalón y astifino, era violento. Rodríguez intentó banderillearlo, y en seis entradas prendió tres palos (al otro le pareó mejor). Luego bajó la mano en numerosos derechazos, que no podía rematar con limpieza pues a la salida el novillo se revolvía y derrotaba.

Al quinto le lanceó toreramente por verónicas Miguel Rodríguez, ciñó con finura chicuelinas e hizo una faena voluntariosa, valentona y sobresaltada. El novillo sacó nobleza, aunque también casta y embarcar su embestida agresiva auténtico atragantón cada vez. Rodríguez se arrimó, mató pronto y quedó claro que quiere ser torero.

También quiere ser torero Denis Lore, a quien no se tuvo en cuenta su primera faenita, con aquel inválido absoluto que el presidente mantuvo en el ruedo mientras se mesaba cuatro pelos en guerrilla. Sí se tuvo en cuenta su faena al sexto, al que toreó a la debida distancia.

Fue una interesante novedad. Renunciando al encimismo efectista que está de moda, Denis Lore se dejaba ver, daba opción a que el toro desarrollara su embestida, e instrumentaba las suertes marcando cabalmente sus tiempos. Denis Lore conoce la técnica, posee valor para ejecutarla, y si la interpreta al galo estilo, tiene su explicación: es francés; lo cual no constituye ningún delito. En cambio sí constituye delito llamarse el señor González y hacerse el sueco.

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