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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio de equipo

LA DESTITUCIÓN del primer ministro argelino por el presidente Benyedid supone la eliminación de un im portante obstáculo para el avance hacia la democra cia en el país norteafricano. Desde los terribles acon tecimientos de octubre pasado -revueltas populares ahogadas en sangre-, el presidente argelino ha demostrado su voluntad de cambiar unas estructuras políticas autoritarias basadas en los plenos poderes de un partido único, el Frente de Liberación Nacional (FLN), cuya incompetencia y corrupción provocaron en gran medida el estallido popular del pasado otoño. En efecto, las manifestaciones no sólo planteaban la urgencia de paliar la carencia de alimentos, sino la necesidad de una profunda reforma política. Pero en la práctica, aunque se han producido serios cambios legales y una apertura en el debate político, muchos de los pasos concretos hacia una democratización han sido saboteados por el aparato del Estado y del FLN, incluso en sus escalones más elevados. Las reformas, una vez aprobadas, quedan recortadas o no se aplican. Y uno de los principales responsables de ese bloqueo ha sido el primer ministro, Kasdi Merbah, designado para ese cargo en noviembre del año pasado. Se trata de un militar acostumbrado ¡a los métodos autoritarios, antiguo jefe de los servicios secretos, que representa las tendencias más inmovilistas del FLN.

En febrero pasado, el pueblo argelino aprobó masilvamente en referéndum una reforma constitucional que renueva los principios y láestructura política del país, pone fin al monopolio de que ha gozado hasta ahora el FLN como partido único y proclama la libertad de prensa y el derecho de huelga. Pero la instrumentación práctica de la reforma ha sido lentísima por dos causas principales: la escasa voluntad del Gobierno y el hecho de que la Asamblea Nacional, órgano del poder legislativo, elegida en 1987 antes de la reforma constitucional, está copada por miembros del FLN. En el pasado mes de julio, las leyes Electoral y de Prensa elaboradas por dicha Asamblea dieron lugar a protestas públicas de las organizaciones democráticas. Y el propio presidente de la República, haciendo uso de sus poderes, ha pedido una nueva lectura de la ley sobre la prensa y enviado al Tribunal Constitucional la ley Electoral. Gesto que ya indicaba su desconfianza hacia el jefe de Gobierno, Merbah, responsable de la elaboración y aprobación de esas leyes.

Ahora, la designación del nuevo primer ministro, muy ligado a Benyedid y partidario de la democratización, puede ayudar a desbloquear el delicado momento que vive Argelia. Las elecciones locales están convocadas para diciembre, y en ellas deberán competir, en principio, diversos partidos; el FLN será uno más entre ellos. Pero la legalización de los nuevos partidos (de tendencia socialdemócrata, comunista, islamista, defensor de la cultura beréber y otros) se realiza con tal lentitud que puede impedirles participar en esas elecciones. Por ello han pedido que se apíacen hasta marzo para disponer del tiempo de preparación imprescindible.

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Cabe esperar que el nuevo primer ministro adopte, en esta coyuntura, una actitud que ayude a impulsar el ejercicio efectivo de las libertades políticas. Si Argelia logra avanzar de modo efectivo hacia el pluralismo y la democracia podrá incorporar nuevas energías y valores sociales y profesionales, hasta ahora marginados, a la dirección del país. Tal cambio, necesario para la estabilidad interior, ayudará también a dinarnizar sus relaciones exteriores, concretamente con Europa.

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