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RED DE REDES
Columna
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Canadá, nuevo miembro de la UE

Una idea de ‘The Economist’ parece cada vez menos disparatada: ampliar la Unión Europea al continente americano como defensa ante los vaivenes de Trump

Banderas de Canadá y Estados Unidos frente al puente Ambassador, que conecta la ciudad canadiense de Windsor (Ontario) con la estadounidense Detroit (Michigan).
Banderas de Canadá y Estados Unidos frente al puente Ambassador, que conecta la ciudad canadiense de Windsor (Ontario) con la estadounidense Detroit (Michigan).Carlos Osorio (REUTERS)
Jaime Rubio Hancock

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece decidido a hacer América más grande. Al menos, físicamente: sigue empeñado en comprar Groenlandia y en que Canadá pase a formar parte de Estados Unidos. No me lo invento: durante el chantaje arancelario, Trump ha insistido en que quiere que su vecino del Norte se convierta en el Estado 51º, en lo que resulta difícil saber si es otra táctica de negociación, una propuesta seria o ambas cosas a la vez, porque pase lo que pase lo venderá como un triunfo.

Tras unos días de caos, Estados Unidos ha acordado una pausa de un mes en la imposición de aranceles a Canadá y a México, gracias, por ejemplo, al anuncio de un compromiso de seguridad fronterizo, que, en realidad, Canadá ya había comunicado en diciembre. Pero solo es una pausa de un mes, lo que deja claro que Estados Unidos no es un socio estable, al menos durante los próximos cuatro años. En este contexto, tiene sentido un artículo que The Economist publicó a principios de año y que se ha recuperado estos días en las redes con cierto entusiasmo: “Por qué Canadá debería incorporarse a la Unión Europea”. Su autor, Stanley Pignal, comenta en Bluesky que el texto ha envejecido demasiado bien para su gusto. Y no se encuentra solo en su propuesta: el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt propone en X y en Bluesky al menos discutirlo: “Frente a la locura de Trump, ¡la UE está con Canadá!”.

We in Europe remember that Canadians died to liberate our continent. In the face of Trump's madness, EU stands with Canada now! There is no reason why EU membership should be off the table. 🇪🇺🇨🇦

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— Guy Verhofstadt (@guyverhofstadt.bsky.social) 3 de febrero de 2025, 16:50

Trump on what Trudeau could offer him to change his mind on tariffs: "What I'd like to see -- Canada become our 51st state."

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— Aaron Rupar (@atrupar.com) 3 de febrero de 2025, 19:57

Tal y como lo plantea The Economist, resulta difícil decir que no: “Canadá es un país amplio y dotado de recursos naturales, pero con relativamente pocos ciudadanos, mientras que la Unión Europea es pequeña, está abarrotada y es pobre en minerales”. Todos ganamos con la cooperación. Solo habría que salvar el minúsculo escollo geográfico, ya que Canadá no está en Europa. Pero Craig Baird, al frente del podcast Canadian History Ehx, ofrece una idea: en un tuit recuerda que, técnicamente, Canadá y Dinamarca comparten frontera en la isla de Hans, en el Ártico, por lo que —de nuevo, técnicamente— Canadá tiene frontera con un país europeo. Algo es algo.

Desde luego, Canadá sería un fichajazo: cuenta con el noveno PIB más alto del mundo y forma parte del G-8. Además, a todos nos caen bien los canadienses. Ejemplos: Michael J. Fox, Margaret Atwood, Leonard Cohen, Norm MacDonald, Joni Mitchell, Ryan Gosling, Sandra Oh. Y podríamos considerar que su cultura es muy europea: hay servicios públicos e incluso un movimiento independentista, el quebequés, que hace que Canadá parezca más europea que unos cuantos países europeos. Es más, el líder del Partido Quebequés se llama Paul St-Pierre Plamondon, que rima con Carles Puigdemont, no sé qué más hace falta.

Si lo de Canadá cuela, la UE podría extender su oferta a México con la excusa de los lazos históricos que unen a España con América Latina. Esto resulta más difícil de vender por culpa del narcotráfico, pero México también es un país con mucho potencial. Además, hay fábricas de Levi’s y, gracias a la libre circulación de mercancías, podríamos conseguir prendas de esa marca más baratas que en Estados Unidos, lo que supondría una victoria moral, de estilo y con un punto de justicia histórica, porque Levi Strauss nació en Alemania, en 1829, y a los Estados Unidos de ahora no le gustan los inmigrantes. Incluso podríamos recuperar el término denim, ”de Nimes”, en Francia, donde se fabricaba la tela de estas prendas teñidas con azul de Génova, Gênes, de donde viene la palabra jeans.

En definitiva, hay que buscar nuevos socios democráticos cuyas tácticas de negociación no consistan en comportarse como un niño de 11 años. Y, de paso, tampoco estaría mal que la UE le echara un poco de cara a su diplomacia, aunque sé que esto puede costar mucho tras décadas de no hacer nada, no vaya a ser que alguien se moleste.

Sé que todo esto suena muy raro, pero más raro es lo que está pasando en Estados Unidos. La cosa ha llegado a tal punto que el periodista de The New York Times Jamelle Bouie escribe en Bluesky que solo repetir la información de lo que ocurre, sin añadir ni un solo adjetivo, “te hace sonar como si hubieras perdido la cabeza”. En este contexto, que Canadá pase a formar parte de la UE supone una opción razonable, sensata, comedida y prudente.

Elon Musk no debería quejarse: lleva tiempo proponiendo un eslogan trumpista para Europa, MEGA, Make Europe Great Again. Y con la incorporación de Canadá y México lograríamos una Europa más grande, sin duda. Al menos, físicamente.

simply repeating the straight reporting of what is happening in the executive branch makes you sound like you have lost your mind.

— jamelle (@jamellebouie.net) 3 de febrero de 2025, 15:36

Canada and Mexico should join the EU.

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— Elizabeth Kolbert (@elizkolbert.bsky.social) 2 de febrero de 2025, 4:03

My column from the start of the year on Canada joining the EU has aged a little bit too well fro my liking. Why Canada should join the EU www.economist.com/europe/2025/...

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— Stanley Pignal (@spignal.bsky.social) 2 de febrero de 2025, 15:36

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Redactor en Ideas y columnista en Red de redes. Antes fue el editor de boletines, ayudó a lanzar EL PAÍS Exprés y pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor. Estudió Periodismo y Humanidades, y es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', y de la novela 'El informe Penkse'.
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