Aparición de la energía
El Ballet de Víctor Ullate ha vuelto a Madrid para cerrar al alza el ciclo veraniego de los Veranos de la Villa, que -al menos en lo que a danza de refiere- ha sido bastante desvaído. El recinto del Conde Duque se llenó por primera vez en la temporada y, como ocurre siempre con esta compañía de apenas año y medio de existencia, el entusiamo del público -en su mayoría joven, pero no exclusivamente- fue subiendo conforme avanzaba la actuación.El nivel de energía que los jóvenes bailarines mantienen a lo largo del espectáculo (en parte sostenido por su técnica, pero sobre todo por la convicción con que se entregan al baile) electriza a los espectadores, creándose una corriente entre el escenario y el patio poco frecuente en los espectáculos de ballet en este país. El grupo llegó a Madrid, además, rezumando seguridad después de los éxitos obtenidos en los festivales veraniegos por toda España y el premio que dos de sus principales solistas -María Giménez e Igor Yebra- consiguieron en el concurso de Eurovisión de París el pasado mes de julio.
Ballet de Víctor Ullate
Arraigo (Ullate-Maesso), Amanecer (Ullate Mendelsshon). Dirección: Víctor Ullate. Madrid, los Veranos de la Villa, Cuartel del Conde Duque, martes 29 de agosto.
El programa de la primera noche estaba compuesto por las dos coreograrias ya conocidas que Víctor Ullate ha realizado hasta ahora para su compañía: Arraigo, que utiliza un trabajo musical de Jerónimo Maesso sobre ritmos flamencos tratados electrónicamente, y Amanecer, una visualización de la Sinfonía escocesa, de Mendelsshon.
Ambas coreografías tienen el mérito de desplegar a la compañía en estilos marcadamente diferentes. Ambas, también, han ganado en este año de rodaje porque se han ido puliendo -el papel del personaje de Jeromín que interpreta Carlos Enrique Aranda, por ejemplo, se ha reducido notablemente en beneficio de la coherencia coreográfica de la pieza- y porque la interpretación ha pasado la barrera de la competencia técnica.
Ahora, en Arraigo se ponen de relieve los contrastes entre fuerza y sensualidad tan consustanciales al flamenco, se evidencian los guiños a la tradición clásica de la españolada, se matiza la expresión y la obra adquiere mayor interés, aunque sigue constreñida dentro de un estilo quizá excesivamente efectista.
Las tres solistas -Ruth Maroto, Mar Moreno e incluso María Giménez, que acusaba una lesión- estuvieron espléndidas, como en Amanecer -realizada con vestuario y luminotecnia nuevos-, donde también hay que destacar a Ana Moya y a Silvia Arilla. Entre los chicos, aparte de Igor Yebra, en pleno proceso de transformación fisica y con extraordinarias facultades, se afirman Eduardo Lao, Luis Alonso y Carlos Valcárcel, dentro de un conjunto donde las promesas son muchas.
La compañía, que estará en el Conde Duque hasta el sábado, presentará tres programas diferentes con las seis obras que actualmente componen su repertorio.
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