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Otras fiestas

Correr el toro es una tradición apegada desde siempre en el carácter vasco. El arte de recortar, quebrar embestidas, son vestigios del de tipo toreo atlético o sobre las piernas que desde hace mucho tiempo se practicaba en los montes, las calles o las plazas de Euskadi.Este año son una novedad los encierros en la Aste Nagusi, conocida como Semana Grande. El itinerario que realizan toros y corredores es muy breve y se desarrolla por las sombrías calles del casco viejo de la ciudad, conocido cn el nombre de las siete calles, con un inicio en un corral instalado a tal efecto en la calle de la Esperanza, y cuyo final desemboca en la plaza de la catedral de la zona vieja.

En estos encierros apenas se producen situaciones comprometidas para los corredores porque el ganado -que es de hierros de la tierra-, y que se ha revelado como muy avisado, no se entretiene mucho por el camino.

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El toreo de las cavernas

Vaquillas

En tanto que los encierros provocan poco interés entre los aficionados, por ser un juego breve y que resulta intranscendente, adquieren más importancia las vaquillas que se sueltan en la plaza de toros, lleno hasta la bandera cada mañana en la que también se da suelta al toro ensogado que también se llama sokamutarra.

Los otros aficionados, los que asisten a las corridas, por la tarde, consideran notable el dinero que se ahorra con las sustituciones, que son cubiertas con toreros de menos montante económico. Una vez que se han eliminado, además, los dos rejoneadores, no se ha detectado que se hayan resentido en ningún caso, las taquillas.

Según han comentado algunos de ellos, estos aficionados consideran algo importante que se cuide el espectáculo, aunque la Casa de Misericordía (beneficiaria del coso) ingrese menos millones.

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