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LA VISITA PAPAL

Juan Pablo II insta a rechazar los "poderes mundanos

Francesc Valls

El Papa instó ayer a los jóvenes a rechazar las ilusiones y engaños que prometen los "poderes de este mundo", y a no dejarse manipular por ellos, durante la homilía que pronunció por la mañana ante los más de 300.000 peregrinos -algunas fuentes apuntan la cifra de más de 500.000- que habían pernoctado a la intemperie en el monte Do Gozo, en Santiago de Compostela. Tras el rezo del Ángelus, Juan Pablo II reiteró su llamamiento a la pacificación de Líbano y al cese de bombardeos en Beirut. Wojtyla agregó que parece existir la intención "de destruir Beirut y especialmente las zonas habitadas por los cristianos".

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Los concentrados escucharon con atención el mensaje del Papa en la homilía de la celebración eucarística que comenzó cuando la niebla se disipaba en el monte Do Gozo y empezaba a bajar hacia Santiago. La noche había sido dura para quienes durmieron a la intemperie, que despertaron bajo un manto de rocío, pero recibieron al Papa cantando con Kiko Argüello, cabeza del movimiento neocatecumenal, quien minutos antes había iniciado por los altavoces la canción Resucitó.Desde cerca de las siete de la mañana, grupos de jóvenes habían realizado una colecta entre los presentes. El dinero recaudado -cuya cifra total se desconoce- fue entregado al Pontífice para ser destinado a las necesidades de los países del Tercer Mundo.

El potente equipo megafónico le serviría luego a Karol Wojtyla para hacer llegar su voz, algo ronca en su segundo día de estancia en la capital gallega, a los jóvenes. "El criterio con el que se gobierna el mundo es el criterio del éxito. Tener el poder..., tener el poder económico, para hacer ver la dependencia de los demás. Tener", agregó, "el poder cultural para manipular las conciencias. ¡Usar y abusar!", tronó la voz del Pontífice, "tal es el espíritu de este mundo".

Este espíritu está en lucha con el Evangelio, a juicio del Papa, y algunos jóvenes andan desorientados "acerca del sentido de la vida, manipulados por el poder, desocupados, hambrientos, sumergidos en la droga y en la violencia, esclavos del erotismo que se propaga por doquier". "¡No tengáis miedo a ser santos!", porque, según afirmó Juan Pablo II, "ésta es la libertad con que Cristo nos ha liberado".

Por ello hay que rechazar, según sus palabras, las ilusiones y engaños que prometen los "poderes de este mundo". Para no sucumbir a esos cánticos de sirena hay que saber Ios dones concedidos por Dios," y presentes entodas partes: "rn la vida familiar y parroquial y en el florecimiento carismático de movimientos", y hay además que ser testigos de Jesucristo en todas partes, desde "los lugares de trabajo a los de diversión".

Las palabras del Pontífice eran aplaudidas por la multitud que desde la explanada del mon te Do Gozo seguía la homilía Juan Pablo II parecía con su intervención haber redondeado la que el sábado hizo desde el mismo escenario a los, peregrinosque asistían al IV Congreso Mundial de la Juventud. Pero ayer no hubo abucheos, como su cediera en la noche del sábado desde zonas muy determinadas de los espectadores. El espectáculo musical que habían preparado los salesianos no fue del agrado de algunos conservadores.

Vítores

Desde las - mismas zonas en que anteayer se abucheaba el espectáculo partieron vítores a la lectura dada por los altavoces a los movimientos allí presentes, sobre todo cuando se mencionó a la prelatura personal del Opus Dei y al movimiento político confesional Comunión y Liberación, a los que, entre otros, han acusado los cristianos de base españoles de querer capitalizar los actos de Santiago de Compostela, sobre todo, los celebrados en el monte Do Gozo.

Las palabras que el papa Wejtyla pronunció sobre la situación de Líbano fueron, sin embargo, aplaudidas por todos. "En el nombre de Dios", subrayó Juan Pablo II, "renuevo a todas las autoridades responsables mi apremiante llamada a la armonía y al inmediato cese el fuego, para poder iniciar un diálogo que comporte un acuerdo". Este pacto deber llevar consigo "todos los legítimos derechos históricos y religiosos, dando de nuevo a toda la población, sin discriminación alguna, la posibilidad de vivir en un clima de paz y de recíproco respeto".

Después de pronunciar estas palabras, el Papa marchó hacia el aeropuerto de Labacolla, desde donde partió en un Boeing 727 de Iberia hacia Asturias, segunda y última etapa de su tercer viaje a España.

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