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Turbación de los Miura

GONZALO ARGOTE, Es difícil que pueda producirse la indiferencia del público durante la lidia de una corrida de Miura. La turbación que, generalmente, produce en el ánimo de los lidiadores, trasciende al tendido y las consecuencias pueden ser la emoción o el miedo, en función de la técnica o impiricia de los toreros.

Si además de ser miuras, son toros cuajados, hondos, con cara, como los lidiados en la última corrida de la Feria malagueña, la turbación de los lidiadores deviene, en ocasiones, en desorganización, y a veces en caos.

Otras veces, como cuando parearon Manolo Ortiz y el Formidable, la turbación se transforma en emoción, en la que no está ausente el arte y la técnica. O sólo miedo, tal y como se mascaba en la plaza. al darle Manili al sexto, tres pases sentado en el estribo, como si estuviera en un velador tomando café.

Miura / Ruiz Miguel, Manili

Cinco toros de Eduardo Miura, de excelente trapío y desigual juego, y un sobrero del marqués de Domeq, (3º) manejable. Ruiz Miguel: estocada (petición y dos vueltas); estocada (ovación); media estocada, dos descabellos (oreja). Manili: pinchazo, estocada caída (ovación); estocada caída y atravesada, dos descabellos (silencio); ocho pinchazos, dos descabellos (palmas).Plaza de la Malagueta, 20 de agosto. última corrida de Feria.

Si alarga la gaita, costumbre muy acreditada en estos toros, lo deja clavado en las tablas. Más que miedo, pánico sintió el público, cuando el quinto se echó a los lomos a Ruíz Miguel, como si fuera un papel de fumar, afortunadamente sin más consecuencias que el fuerte porrazo en el suelo.PánicoTurbación debió sentir Manili, cuando a su primero, manejable no le adelantaba la muleta, ni se quedaba quieto en los pases sobre ambas manos, que carecieron de limpieza. Pánico, debió de sentir, romo todos los espectadores, con el cuarto, que desarrollaba sentido, y cada segundo que pasaba se aprendía una lección.

Emoción debió sentir el de Cantillana, y todos con él, cuando, con torería, se peleaba por bajo con el sexto y lo toreaba a media altura, con los pitones por la barbilla. Como estuvo hecho un pinchauva, perdió la oreja.

Turbado debió de estar Ruíz Miguel en su primero, pues no conseguía limpieza en los muletazos, y, emoción sentimos todos cuando lo mató de una gran estocada. Distensión, en el sobrero del marqués de Domecq, al torearlo a. media altura por falta de fuerzas, lo que provocó un evidente gesto de disgusto en el diestro, cuando un espectador le gritó: "cómo se nota que no es Miura".

Emoción cuando sometía, con más maestría que estética, al quinto, un toro de impresionante trapío, y entraba por derecho a matar, tras el tremendo porrazo.

Turbación, emoción, miedo o pánico fueron los ingredientes de una corrida sin sitio para la rutina o la indiferencia.

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