Una pena de bárbaros
Escribir sobre este tema lleva de impotencia en impotencia. En él, como diría Pavese, "o polizontes o delincuentes". Para que no se nos acuse de dogmáticos, estamos totalmente en contra de la pena de muerte. En este rubro no valen medias tintas: o se acepta su abolición para cualquier tipo de conducta o no se acepta.Aclaramos. Respecto a esto nos da igual el socialismo real, feudal, bananero, o el capitalismo en sus diversas facetas. El asesinato legal de un semejante nos parece la misinria violación de los derechos humanos aunque use ropajes distintos: en China, nucazos; Cuba, pelotón de fusilamiento a tres metros; Estados Unidos, electrocución, gaseamiento o inyección letal (la última ejecución fue una chapuza innombrable que duró 20 eternos minutos, este país nos engaña en sus estadísticas). Viendo la lucidísima actuacióndesempeñada, no queda más remedio que pensar que hay mucho cuadrúpedo por censar; así hasta 105 países que usan esta última razón con métodos tan refinados como: ahorcamiento, decapitación, lapidación, etcétera, y desaparecieron, al menos momentáneamente, dos métodos tan castizos como la guillotina y el garrote.
La barbarie humana, como laestatal, es difícil de erradicar, aunque los promotores de que siga donde existe o se implante donde se derogó tienen memoria laxa sobre el efecto criminógeno que acarrea esta pena para el cuerpo social y el mínimo efecto de su existencia o no a la hora de delinquir (Estado de Nueva York, derogada, salvo para el caso de que un condenado a prisión mate a un funcionario. No existen más delitos que en otros Estados de Estados Unidos. Un 35% menos).
Recordando a Daniel Suerio: "El derecho de matar, como el derecho de castigar en general, y tantos otros derechos, lo tienen o detentan unos hombres frente o contra otros. Se establecen unas normas: muerte para el que lo viole.
¿Qué normas, qué orden son estos? ¿Quiénes los dictan? ¿En nombre de qué? Excesiva ingenuidad sería pretender dar respuesta a estas cuestiones, que, por otra parte, tan claramente han sido contestadas por todo loque ha pasado a lo largo de los siglos. Se mata, ante todo, en nombre del orden. Pero también los cementerios están llenos de orden y de silencio. Si es lícito matar, todo es lícito".- Manuel Vázquez Diéguez.
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