Las huelgas amenazan la 'perestroika', dice Gorbachov
, La extensión de la huelga minera de Siberia a otras ramas de la economía pondría en serio peligro la buena marcha de la perestroika, según advirtió ayer el presidente soviético, Mijail Gorbachov, en un mensaje dirigido a toda la población. "La situación es grave", dijo Gorbachov, que presidió el martes una reunión extraordinaria del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y habló ayer al país desde el Soviet Supremo. Los mineros, por su parte, comenzaban a votar a favor del retorno al trabajo a partir de esta madrugada en la mayoría de los piques, tras obtener respuesta favorable a casi todas sus demandas, según las autoridades.
Gorbachov advirtió que disponía de informes según los cuales los trabajadores de los ferrocarriles se pondrían en huelga a partir del 1 de agosto. "Esto crearía una amenaza para la aplicación de la política de la perestroika", afirmó Gorbachov, quien añadió que, ante una situación como ésa, el Kremlin debería recurrir "a otros tipos de solución".Los esfuerzos de los negociadores gubernamentales en Kuzbas, donde más de 150.000 mineros se mantenían ayer aún en huelga, comenzaban a dar resulados, según un portavoz oficial. Un funcionario de Kemerovo dijo que 15 de los 19 comités de huelga habían votado ya la vuelta al trabajo, mientras que los otros cuatro lo harían más tarde. Sin embargo, la misma fuente aclaró que el momento clave sería a las cero horas de hoy, "cuando los trabajadores decidan si aceptan la decisión de sus comités o, por el contrario, se mantienen en hueIga".
"Hace cuatro años que anunciaron la perestroika y nosotros no la hemos visto. Debe de andar por las alturas", exclamaba ayer, gesticulando con las manos, uno le los 600 mineros concentrados en la plaza central de Kemerovo en apoyo de unas reivindicacioies que movilizan desde hace seis días a esta importante región carbonífera de la URSS, informa Pilar Bonet.
"Las condiciones de trabajo son como en Suráfrica", gritaba otro de los huelguistas, coreado por carcajadas, cuando se le preguntaba sobre la seguridad en las minas.
La mina de Volkov
Ambos son miembros de la plantilla de 2.000 personas de la mina de Volkov, a 20 kilómetros de Kemerovo. Eran las 10.30 y por los altavoces instalados en la plaza presidida por una estatua de Lenin se había emitido primero un discurso de Gorbachov dedicado a la crisis del partido y luego unos boletines informativos que provocan la indignación de estos hombres musculosos, muchos de ellos sin camisa y con gorros improvisados con papel de periódico.
"Esto es una desinformación. No dicen más que mentiras y no dan a conocer nuestras peticiones", exclamaba Nicolai, mienras una voz de mujer repetía que el comité regional ha recomendado interrumpir la huelga". El paro no se había interrumpido ni mucho menos, y aunque las informaciones eran confusas, al menos 100.000 trabajadores y un centenar de empresas mineras estaban en paro.
Junto a la fachada de Cevercusbasuvol, una de las empresas del Ministerio del Carbón, estaban sentados representantes de cinco pozos donde trabajan 22.000 obreros. Se hallaban al lado de la tribuna que utilizó el unes Nicolae Sliunkov, miembro del Politburó, para dirigirse a a multitud.
La comisión llegada desde Moscú había satisfecho 13 de la treintena de revindicaciones, que aparecían colgadas en la plaza, la mayoría de las cuales eran de tipo laboral, tales como la prolongación de las vacaciones, el aumento de sueldo de acuerdo con el índice del coste de la vida y el aumento de las pensiones. Había también otras de carácter político: reducir la ayuda a los países en desarrollo, recortar el aparato directivo de los ministerios y liquidar los "servicios especiales", excepto para los necesiados de caridad.
Desde la tribuna, un represenante del comité municipal de huelga leía telegramas de solidaridad. "Tíos, estamos con vosoros. ¿Cuándo queréis que corteimos el ferrocaril?", escribían los erroviarios de Marinsk. "De ningún modo vamos a paralizar el tráfico de todo el Extremo Oriente", afirmaba el orador, rechazando la propuesta. Se discutió cargar o no el carbón destinado a la exportación. A mano alzada, los mineros votaron a favor de continuar el cargamento. Cuatro o cinco manos se alzaron en contra. Reinaba una cierta confusión sobre las repercusiones de la huelga en otros sectores como el metalúrgico y la situación parecía cambiar a cada minuto.
"Todo se hace a medias"
"Aquí no se decide nada y todo se hace a medias", decía Oleg, uno de los miembros de plantilla de la mina de Volkov. Hoy le echan la culpa a Nicolal Rishkov [el primer ministro]. Sliunkov, el enviado del Kremlim, no ha causado una gran impresión. Le censuran haber leído un papel durante 15 minutos y no haber dado soluciones. Los mineros se abstienen de criticar a Alexandr Mielnikov, el jefe del partido de Kemerovo, un hombre próximo a Ligachov, al que aquí consideran caído en paracaídas".
En las tiendas de la avenida principal de Kernerovo las promesas gubernamentales de abastecer la ciudad no se notan. En la principal carnicería, un grupo de mujeres dice comprar pollos congelados por primera vez en muho tiempo. Otra cola espera en vano que llegue la carne. Hay tres tipos de embutidos grasienos y tocino. Los tomates y frutas que se venden en las calles no serían aptos para la venta en un país de Europa occidental.
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