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"Todos disparaban contra nosotros"

"Estábamos en medio de tres fuegos. Todos disparaban contra nosotros. Jamás vimos un enfrentamiento entre el MAS y la guerrilla, y muy pocos de la guerrilla y el Ejército", contó un campesino a la enviada especial de EL PAÍS. En medio del caos que generó la violencia se vivieron historias inimaginablemente absurdas en la región del Carare.La del colono que a la vez era perseguido por el MAS, la guerrilla y el Ejército; o la de otro que huyendo de la guerrilla llegó a la cordillera y allí el Ejército lo detuvo y lo torturó por comunista.

O las numerosas historias de hombres que tras haber sido detenidos y torturados por el Ejército más de 20 veces la guerrilla los encontró sospechosos por haber salido con vida y los sentenció a muerte.

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En medio del fuego cruzado

También es dolorosamente absurda la historia de un colono moreno al que la violencia dejó solo.

Una noche, cuando caminaba de regreso a su casa, sintió que le seguían. Volvió la cabeza y un hombre extraño le pidió posada. "Sí, claro", le respondió. Pero cuando su mujer abrió la puerta de la casa, el extraño desenfundó el revólver y la asesinó. "La mató la guerrilla y no entiendo por qué. Ella tenía cuatro hijos en las FARC".

Salvajismo del MAS

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Y los habitantes de la vereda La Corcobada tampoco entienden el salvajismo del MAS, que una madrugada llegó hasta sus casas, mató esposos, padres e hijos, y quemó casas, escuelas y la cosecha de maíz.

Ningún poblado de La Indía entiende por qué el Ejército llegó un día hasta el sitio donde trabajaba como aserrador Henry Fajardo y sin ninguna explicación lo asesinó; o por qué a Abelardo Moreno, un "antioqueño muy buena gente, muy colaborador", un día el Ejército lo detuvo, lo subió a un helicóptero y jamás se volvió a saber de él. Nadie cree que siga vivo.

Más de 800 campesinos de la región fueron asesinados. Aunque todos tienen hoy un familiar o un amigo que llorar, nadie guarda sentimientos de venganza.

"Después de tanto sufrimiento, gracias a Dios los grupos armados escucharon nuestras súplicas. No somos enemigos de ninguno. Solamente estamos en contra de la violencia. Nos gustaría que dialogaran entre ellos, que dejaran esas armas a un lado y nos pusiéramos todos a trabajar", dice Salomón Blandón, un colono que llegó al Carare proveniente del lejano Chocó, la provincia más pobre de Colombia, buscando ese paraíso, que se reveló imposible, del que tanto se hablaba por la década de los años sesenta.

Todos estos hombres y mujeres saben con certeza que si no se realiza el plan de desarrollo económico y social la violencia regresará.

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