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El Festival de Jazz de San Sebastián introduce diferentes estilos musicales

La amplitud de la programación causa polémica entre los aficionados

La 24ª edición del Festival de Jazz de San Sebastián comienza hoy bajo el signo del cambio y la polémica. La programación de música pop, africana, brasileña, jamaicana y salsa junto al jazz ha significado una variación de la línea de anteriores ediciones, más centradas en el jazz, que coincide con el cambio del equipo técnico del festival y la necesidad de no recaer en el déficit del año pasado. Con un presupuesto de 40 millones de pesetas, las actuaciones de Wim Mertens, Manhattan Transfer y Rubén Blades son las que acaparan mayor interés del público donostiarra.

Los conciertos de la 24ª edición del Festival de Jazz de San Sebastián se celebran a partir de hoy hasta el próximo día 15 en la plaza de la Trinidad y en el velódromo de Anoeta. The Lounge Lizards, Ramsey Lewis, Michael Franks, Yellow Jackets, Richard Elliot, Bob Berg, Randy Brecker y Wini Mertens actuarán en el tradicional escenario de la plaza de la Trinidad. En el velódromo estarán Kenny G, Robert Cray, Desmond Dekker, Johnny Clegg and Sayuka, Stanley Jordan, Manhattan Transfer, Joáo Bosco, Caetano Veloso, Joáo Gilberto y Rubén Blades."Al principio hubo polémica con la programación", afirma Santi Ugarte, nuevo director técnico del festival. "El problema surgió el año pasado, con un déficit de 30 millones de pesetas y una media de 1.000 espectadores diarios, razón por la cual el Ayuntamiento decidió dar un cambio. Había un desarraigo completo de la ciudad hacia el festival".

Un miembro del anterior comité organizador declaró ayer a este periódico: "El año pasado, el descenso de público fue notabilísimo. Con un presupuesto de 52 millones de pesetas, las pérdidas fueron muy notables. Oficialmente, nadie del Ayuntamiento nos comunicó el cese y esto es lo que no nos cabe en la cabeza. Evidentemente, tiene que haber un cambio, pero nos parece incomprensible que nadie sea capaz de mirar 23 años de historia. Si se pierde el prestigio y la tradición para no ganar un aumento importante de público, el negocio es ruinoso".

"En 23 años de festival", responde Santi Ugarte, "no se ha creado una afición al jazz. Planteamos una filosofía a medio plazo que comienza a dar sus frutos porque ya hemos superado la cifra de abonos del año pasado".

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