El cardenal Ratzinger dice que el Vaticano tiene igual rasero para medir a progresistas e integristas
Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aseguró ayer en El Escorial (Madrid) que los teólogos de la liberación como Leonardo Woff reciben en la Iglesia el mismo trato que los integristas como el arzobispo rebelde Marcel Lefebvre. El prefecto del ex Santo Oficio agregó que ninguna amenaza de nueva sanción. a pesar de los recientes rumores en este sentido, pesa sobre la cabeza de Woff, que hace unos años ya fue condenado a guardar varios meses de silencio por el dicasterio que precisamente preside el cardenal Joseph Ratzinger.
El cardenal alemán, que, vestido con clergiman, clausuró la semana de teología que organiza en El Escorial la universidad Complutense, negó la existencia de raseros distintos para medir la rebeldía de integristas y progresistas, a pesar de que estos últimos se llevan la palma en cuanto a comparecencias ante el dicasterio que el propio Ratzinger preside. Para el prefecto del ex Santo Oficio no hay que hacer hipótesis sobre cómo hubiera actuado Jesucristo con los teólogos de la liberación. El propio Jesús se mostró "muy severo con los fariseos y los escribas que no estaban en la verdad", agregó Ratzinger, para quien tampoco valen las hipótesis comparativas entre aquellos que hace siglos fueron perseguidos por la Inquisición y luego elevados a los altares y los obispos y teólogos con procesos abiertos en Roma.Inquisición y modernos
Los casos de Woff y del obispo de Sao Felix, Pedro Casaldáliga, no son comparables con los de Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola o San Juan de la Cruz. Éstos, según el cardenal, no sólo fueron perseguidos por la Inquisición, sino que tuvieron "problemas con los modernos que querían modernizar y hacer más fácil la vida". La situación, a su juicio, es distinta. "Estos santos tuvieron paciencia para sufrir en la Iglesia y acreditar así la autenticidad de su carisma", señaló el cardenal. De Pedro Casaldáliga -el obispo de origen catalán que asegura que al Espíritu Santo sólo le ven el ala derecha en el Vaticano-, dijo Ratzinger que es "sin duda, una gran voz de la fe". A pesar de estos elogios, el cardenal reconoció que Casaldáliga no tiene resueltos todos los problemas que hace un año le llevaron a Roma por sus críticas a la curia y su solidaridad con Nicaragua.
El propio cardenal quiso aclarar que el acuerdo alcanzado entonces entre el Vaticano y el obispo de Sao Felix no es completo, "pero esperamos llegar a uno definitivo". Con Woff, el teólogo brasileño, tampoco hay problemas por ahora. Los problemas que enfrentan a Roma con los teólogos no son nuevos. El propio Ratzinger firmó hace 23 años, cuando era profesor de Tubinga, un documento en el que afirmaba que en la congregación que ahora preside deberían estar representadas todas las corrientes teológicas para no dar una impresión de parcialidad. Ahora el cardenal prefecto afirma que la situación y lo que dijo hace 23 años "no se puede traspasar tal cual a la actualidad", aun que afirme que comparte ciertas ideas de fondo. La situación efectivamente ha cambiado. Ahora Ratzinger debe enfrentarse con algunos de sus viejos compañeros de universidad.
Häring
Eso, al menos, sucedió cuando el pasado mes de enero un grupo de 170 teólogos centroeuropeos firmó la célebre declaración de Colonia, denunciando aspectos involucionistas, a su juicio, del pontificado de Juan Pablo II. "No quiero entrar a debatir ese documento", dijo ayer el cardenal prefecto, para quien los firmantes del documento hubieran precisado "una información más completa y exacta". Y recordó que los enfrentamientos entre obispos y teólogos han sido continuados en la Iglesia Católica.
Ratzinger también respondió a otra de las grandes críticas de los últimos meses: la realizada por el prestigioso moralista Bernard Háring. El prefecto se mostró sorprendido por el contenido del libro de este teólogo, que fue avanzado hace unos meses por EL PAÍS.
Häring, que ha arremetido en su texto contra la Congregación para la Doctrina de la Fe, "me felicitó hace unos años por el trato que habíamos dispensado al teólogo norteamericano Curran". El cardenal no matizó si tal felicitación se produjo antes o después de que su congregación decidiera la separación de Charles Curran de la enseñanza en universidades dependientes de la Iglesia. En el libro, Häring afirma preferir los tribunales del III Reich antes que los de la Iglesia Católica.
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