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El fiscal de la 'conexión cubana' pide siete penas de muerte por narcotráfico

El general Arnaldo Ochoa, el más condecorado de Ejército cubano, puede terminar sus días ante un pelotón de fusilamiento. El fiscal del juicio sumarísimo que se sigue en Habana por la conexión cubana en el tráfico de drogas, el implacable general y ministro de Justicia Juan Escalona Reguera, ha pedido para él y para otros seis militares que le acompañan en el banquillo la pena de muerte. Su crimen: "Actos hostiles contra Estados extranjeros, narcotráfico y otros graves delitos contra la patria".

El fiscal ha pedido la máxima pena, además de para el general Ochoa, para el coronel Antonio la Guardia, jefe del departamento MC del Ministerio del Interior (encargado de burlar el bloqueo norteamericano); el ayudante de campo de Ochoa, capitán Jorge Martínez Valdez; Amado Padrón, supuesto ejecutor de los negocios ilegales planificados por los anteriores, y otros tres oficiales de menor rango que actuaban a las órdenes del coronel La Guardia: Antonio Sánchez Lima, Alexis Lago Aroc ha y Eduardo Díaz Izquierdo. La petición de Escalona Reguera incluye también 30 años de prisión para dos de los procesados (uno de ellos, hermano gemelo de La Guardia), 25 para cuatro más y 13 para otro.El hecho de que todos los acusados se han declarado culpables de los crímenes por los que están siendo juzgados descarta una sentencia absolutoria del tribunal. Sólo la moderación del presidente o la clemencia de Fidel Castro, máximo dirigente cubano, pueden salvar de la ejecución a Arnaldo Ochoa y a sus más próximos colaboradores en la conexión cubana.

En las conclusiones del fiscal se considera que "el abrumador cúmulo de pruebas y testimonios confirma el delito de traición" de los encartados. Ni siquiera la brillante hoja de servicios de alguno de los encausados parece ser atenuante. Las acciones heroicas y relevantes" de acusados como Ochoa son méritos que "precisamente hacen más graves los delitos", asegura el informe del fiscal. "Su falta mayor es haber traicionado a su pueblo, a su patria y a Fidel. Ochoa no existe. Se autodestruyó hasta la grotesca caricatura".

Para el implacable ministro de Justicia, el condecorado general cubano, convertido en símbolo del escándalo, es un "vulgar delincuente" que "engañó a los nicaragüenses y les robó importantes sumas de dinero", y "al desmentir a Fidel, desmentía a Cuba y la dejaba a merced de los enemigos, debilitando la defensa de la revolución".

El caso parece estar siendo utilizado por Fidel Castro con dos objetivos: demostrar que su lucha contra el narcotráfico es sincera (lo que podría permitirle apuntarse un tanto ante Estados Unidos) y aplicar la versión cubana de la glasnost, la transparencia informativa aplicada por Mijail Gorbachov en la URSS.

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