Los contratiempos de las vacaciones
Diarreas, intoxicaciones e infecciones por hongos son las afecciones típicas de los meses calurosos
Las altas temperaturas, el cambio de hábitos y los desplazamientos masivos que se producen en los meses de verano provocan un incremento de determinadas dolencias, típicas del estío, que pueden ser evitadas con sencillas medidas de precaución. Las afecciones intestinales provocadas por agua o comida contaminadas y las intoxicaciones alimentarias son en verano entre cinco y siete veces más frecuentes que en invierno, a lo que hay que añadir las infecciones de la piel por hongos, que se contagian en los vestuarios y zonas húmedas de las piscinas.
Tener cuidado con el agua que se consume es la primera y más elemental de las medidas a adoptar, especialmente para las personas que viajan a zonas rurales, de montaña, o practican la acampasa libre. "Sólo el agua higienizada, es decir, clorada, tiene garantías de salubridad. Si no es así, debe presuponerse que está contaminada", afirma Lluís Selleres, director general de Salud Pública de la Generalitat de Cataluña.Pero el agua disponible puede ser potabilizada por el sencillo procedimiento de hervirla durante cinco minutos, algo perfectamente factible incluso en las acampadas. El agua hervida no tiene buen sabor, sin embargo, este inconveniente también puede sortearse. Basta con dejarla reposar un tiempo y removerla después durante cinco o diez minutos para que se oxigene.
Otra forma de potabilizar el agua es echar una gota de lejía, al 5% de concentración -en el envase debe figurar este dato-, por cada litro, y luego dejarla reposar durante media hora. Si se tiene la sospecha de que las hortalizas que se van a consumir proceden de una huerta regada con aguas contaminadas, una forma de evitar problemas es dejarlas en rernojo durante media hora con cuatro gotas de lejía para que se desinfecten.
Marisco cocinado
Una causa muy frecuente de afecciones intestinales en la costa es el constinio de marisco de concha que no procede del circuito comercial, "El marisco de conchas capta todos los microbios y los filtra en su organismo, por eso el que se distribuye en los circuitos comerciales es sometido es sometido antes a una depuración. Pero muchos veraneantes cogen directamente el marisco, a veces en lugares próximos de algún colector, y lo consumen directamente sin ninguna precaución. En este caso, lo más prudente es no comerlo crudo ni al vapor, sino ccompletamente cocinado", afirma el doctor Selleres.Otro problema típìcamente veraniego son las toxiinfecciones alimentarias. Los alimento pueden estar ya contaminados cuando los compramos. Si están destinados a ser comidos crudos, la forma de evitar que los gérmenes crezcan es guardarlos en el refrigerador a menos de 8º de temperatura. Y si se va a comer cocido, lo mejor es guardarlo en la nevera ya cocinado.
A más de 25º de temperatura, algo muy normal en el verario, las mahonesas son un excelente caldo de cultivo para los gérmenes. Por eso deben adoptarse cuatro medidas básicas de prevención: utilizar huevos limplos que no tengan ninguna rotura; añadir zumo de limón o vinagre para darle acidez; elaborarla poco tiempo antes de consumirla; y no conservarla más de 24 horas.
Otra medida de precaución es no aceptar en los bares comida ni aperitivos que no estén bajo un protector de cristal, obligatorio en todos los establecimientos que despachen comida.
El paraíso de los hongos,
Las micosis dérmicas son afecciones de la piel provocadas por hongos. Estos hongos utilizan como sustancia nutritiva la ceratina, que se encuentra en la piel, las uñas y el pelo. Las micosis son cada vez más frecuentes y su contagio se produce, preferentemente, en los vestuarios y zonas húmedas de las piscinas, es decir, en los lugares donde hay humedad o agua, incluido el césped, si está mojado permanentemente.En la playa es difícil contraer micosis, según el doctor Selleres, porque el sol seca la arena y no deja crecer los hongos. La única protección eficaz contra los hongos es la de barrera. Es decir, andar con calzado protector, por ejemplo sandalias de plástico, con las que se evita además contraer verrugas en la plata del pie, que, se contagian de la misma forma. Las toallas deben ser de uso personal y no debe utilizarse para secarse la misma que que se hace servir para tumbarse a tomar el sol.
Las conjuntivitis, infecciones de oído y faringitis que se contraen en verano están provocadas muchas veces por el agua de las piscinas. "Las piscinas públicas están higienizadas y además están sometidas a un control permanente por parte de las autoridades sanitarias. Pero cada vez hay más piscinas particulares y piscinas desmontables que no se higienizan suficientemente", afirma el doctor Selleres.
El agua de la piscina debe tener un mínimo de 0,5 a 2 partes de cloro. El cloro, que destruye la materia orgánica, se comercializa en pastillas o en forma líquida y existe un aparato muy sencillo que permite medir el cloro que queda en el agua.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.