Dylan supo a poco al público de Madrid
Una gran parte del público asistente anoche al recital que ofreció Bob Dylan en Madrid encajó con muy mal humor el hecho de que, tras haber pagado 3.000 pesetas por cada entrada, el cantante norteamericano actuase durante 75 minutos y no concediese ningún bis. Insultos coreados por parte del público, dirigidos a los organizadores y al propio Dylan, cerraron entre la decepción un recital que hasta ese momento había cautivado a todos por la inmejorable selección de sus canciones que ofreció el intérprete.
En su segunda visita a Madrid, el cantante norteamericano no fue capaz de llenar el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Pasaron por taquilla 8.500 personas, cuando la capacidad de este recinto es de 10.000, y se recaudaron unos 25 millones de pesetas. Un sonido infame, que fue mejorando según las zonas y las alturas del pabellón, y unas luces sobrias, intimistas, fueron las características de un espectáculo que mantuvo cautivado a todo el público hasta que las luces se encendieron y mucha gente pidió más.A las nueve en punto de la noche un inmenso autobús negro de cristales opacos aparcaba frente a la puerta K, teórica entrada para la Prensa. De su interior surgió, como una exhalación, un hombre vestido con una elegante cazadora de cuero que se tapaba totalmente el pelo y el rostro con una inmensa toalla blanca. El líder de una generación musical, pensaba la gente, se escondía de su público. La verdad fue bien distinta, y el cantautor más influyente de toda la historia del rock engañó a todos entrando al pabellón por el lado opuesto.
En el Retiro
El hombre camuflado, el cebo, era un agente de seguridad, y Dylan paseaba a cara descubierta sus agitados 48 años. Era la segunda broma, después de montar en bicicleta durante toda la tarde por el parque MRetiro, mientras los periodistas le aguardaban apostados en la puerta del hotel.La tejana Edie Brickell y su banda, The New Bohemians, iniciaron su papel de teloneros de lujo a las nueve menos cuarto, con la gente aún entrando en el pabellón. El mal sonido impidió confirmar a la que fue, para muchos, la sorpresa femenina del pasado año 1988.
Tras un breve reposo, y con sólo 15 minutos de retraso sobre la hora prevista, las 10 de la noche, apareció el maestro, Robert Allen Zimmerman, Bob Dylan.
Inmediatamente sonaron los acordes iniciales de Most likely go your way (and I go mine), uno de los temas principales de su obra maestra, Blonde on blonde. El guitarrista G. E. Smith, el bajista Christopher Parker y el batería Anthony Martin Garnies formaron su banda de acompañamiento, un grupo de músicos de estudio de auténtica calidad. Dylan comenzó con ese tema una espléndida selección de canciones.
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