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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Punto de fusión

EL PROYECTO de fusión entre La Caixa y Caixa de Barcelona -que persigue la creación de la mayor entidad financiera española- tiene un evidente relieve histórico. De concluirse según lo previsto, la dimensión de la nueva entidad permitirá una mayor capacidad de competencia, economías de escala, diversificación territorial y de negocio y, por tanto, desconcentración de riesgos. Y sancionará además la vitalidad del mundo de las cajas de ahorro, que ha desempeñado durante mucho tiempo el triste papel de cenicienta del sistema financiero. Las cajas están vivas y pretenden proyectarse hacia una actividad de banca total sin perder sus raíces, esto es, su carácter de banca de familias, orientada a las economías domésticas, al crédito personal o al préstamo hipotecario.Si el horizonte de esta megafusión tiene una impronta positiva para las finanzas españolas y para las entidades en cuestión, adolece también de algunas zonas de sombra. Entre ellas figuran los interrogantes técnicos, que van desde los típicos de una fusión bancaria (el encaje de redes y estructuras, y el necesario mantenimiento del empleo) hasta la complejidad jurídica de asegurar una estructura de poder en entidades sin propietario evidente y cuyo marco legal está cambiando. Y figura también una cuestión estratégica: ¿hasta qué punto este proyecto de fusión se percibe como algo más que un simple remedio para algunos males domésticos, como las dificultades creadas en La Caixa por los seguros de prima única o la exigua rentabilidad de la Caixa de Barcelona, producto de la larvada inestabilidad de su dirección? Es de esperar que el desarrollo de los hechos despeje la duda de si son éstos los elementos desencadenantes de la fusión y no un diseño completo de modernización y redimensionamiento.

Así como al conjunto del sistema financiero español, la fusión en curso reporta indudables ventajas para las finanzas catalanas, en su plataforma más sólida: las cajas de ahorro, tradicionalmente más potentes que en el resto de España, lo que compensa en parte el escaso número de entidades bancarias propias. El subsector del ahorro autóctono (5,3 billones de pesetas) representa un tercio del conjunto español. Un refuerzo de las entidades de cabecera es, directamente, un refuerzo de la capacidad financiera propia. Y supone, indirectamente, desactivar el sentimiento de frustración de tantos sectores sociales basado en la presunta ineptitud financiera de los catalanes.

Estos efectos inducidos por el proyecto de fusión son tanto más sugerentes por cuanto la iniciativa de la misma nace del marco estrictamente financiero y no de algún otro tipo de reflexión sobre la cosa pública. Y nace de la mano de un sector de la burguesía catalana, que ha mostrado un cierto cuidado por desmarcarse de posiciones políticas concretas, lo que no debe suponer la interposición de obstáculos por ninguno de los niveles de la Administración. Reforzar las estructuras propias ante los nuevos escenarios de la internacionalización de la economía -camino iniciado ya en otro ámbito por iniciativas como la del Banco Bilbao Vizcaya- no implica necesariamente un planteamiento de nacionalismo financiero más o menos metapolítico, como se ha venido discutiendo algo abstractamente en Barcelona durante los últimos meses. Puede suponer, simplemente, una mejor utilización de los recursos e instrumentos disponibles.

Desde este punto de vista, llama la atención el hecho de que las dos cajas a punto de fusión sean las entidades con mayor índice de crecimiento. Este dato, en sí positivo, ha de completarse con un análisis de la calidad de ese crecimiento. La unificación de entidades que se persigue debiera redundar en una mejora de esos índices y también en una búsqueda más dinámica del papel de dichas instituciones en la economía real. Lejanos ya los años del antiguo régimen, en que las cajas actuaban como meras cosechadoras del ahorro popular para aplicarlo en la financiación de los oligopolios y del sector público, todavía no se han acercado bastante los tiempos en que la apuesta por el desarrollo multisectorial y la internacionalización sean ejes esenciales de su actividad.

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