'Solos' en compañía
Mucho talento, y algunas sorpresas agradables y una decepción (la coreografía de Alberto Méndez montada especialmente para Arantxa Argüelles) supusieron las dos Noches de solos con las que el Centro Cultural de la Villa ha culminado su participación en el Madrid en danza, en las que -con el teatro abarrotado de público, por primera vez en todo el festival- se presentaron 15 bailarines, la mayoría autores de sus propias coreografías y muchos de ellos españoles.La decepción empieza por el final: La joven estrella Arantxa Argüelles, a la que no se había vuelto a ver bailar en Madrid desde la temporada del Ballet del Teatro Lírico Nacional, en diciembre pasado, cerró el espectáculo con una pequeña pieza, La creación, del coreógrafo cubano Alberto Méndez.
Noches de solos
Mónica Valenciano, Juan de Torres, María Muñoz, Julio Arozamena, Margarita Guergué, Francesc Bravo, Patricia Guannel e Isabel Richez, Ramón Oller, Samako Koseki, Joaquín Sabaté, Mónica Runde, Tomeu Vergés, Rubén Rodríguez y Arantxa Argúelles. Madrid en danza. Centro Cultura¡ de la Villa. Viernes 9 y sábado 10 de junio.
La creación es una pieza flojísima, coreográficamente insustancial y donde del talento de la Argüelles sólo se aprovecha su buena disposición a hacer lo que le pongan con naturalidad, algo que logra en otros espectáculos pero sin el resultado que de la bailarina siempre se espera.
La ironía de la obra, que pretende contraponer el rigor del clásico a formas de expresión más naturales, resulta pueril.
Arantxa Argüelles, que hace lo que puede por echarle gracia y desenvoltura a la coreografía, no dio, por otra parte, la impresión de estar técnicamente en forma y, en las escasas oportunidades que le proporciona la obrita de bailar, lo hace sin brillantez.
Arantxa Argüelles recibió por parte del público grandes ovaciones, quizá porque su mera presencia emociona a los aficionados madrileños, que la siguen desde su primera aparición en el teatro de la Zarzuela cuando contaba Arantxa 12 años.
Memorables
Entre los españoles resultaron memorables el solo de María Muñoz, Un rato -coreografía que confirma un talento poco frecuente y que la autora bailó con dominio y emoción- y el de Mónica Valenciano, Monólogo de Pepa, que logra integrar su personalísimo movimiento en una estética lumpen.Los montajes de Ramón Oller, A tu vera, y Francesc Bravo, Tan Tam solo, ambos con gracia en la línea sarcástica de sus creadores, muy apropiados para la ocasión.
Joaquín Sabaté, Tomeu Vergés y Margarita Guergué, tres excelentes intérpretes en estilos muy dispares, quedaron por encima del material que bailaron, pero su presencia contribuyó -como la de Mónica Runde, que bailó una coreografía de Pedro Berdayes- a dar calidad al conjunto de los espectáculos.
Entre los extranjeros, se llevó la palma el dúo Itho dc Jackie Taffanel, otra espléndida coreógrafa francesa que nos revela este Madrid en danza.
Bailado impecablenierite por Patricia Guannel e Isabel Richez, Itho es modelo de imaginación coreográfica, capacidad de evocación y elegancia.
Los cubanos Julio Arozamena -bailando la versión masculina de La muerte del cisne, de Saint Saens montada por el francés Michel Descombey-, y Rubén Rodríguez con su obra titulada Andrógino se llevaron muchos aplausos por sus piezas de lucimiento, y la japonesa Somako Koseki trajo el perturbador toque butoh que no puede faltar en ninguna reunión de baile contemporáneo.
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