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CAOS EN CHINA

Thatcher, informada por el gobernador de Hong Kong sobre la situación

, El futuro de Hong Kong se ha convertido en una patata caliente para el Gobierno británico, que mantiene su compromiso de entregar la colonia a Pekín en 1997 y busca, sin entusiasmo y bajo presión, fórmulas para aliviar la angustia de quienes ven ahora confirmados sus temores sobre el futuro. La primera ministra Margaret Thatcber ha hablado de dar "máxima flexiblidad" a las restrictivas leyes británicas de inmigración, pero el gobernador de la colonia, David Wilson, no cree que las propósitos apuntados sean suficientes.

Wilson llegó ayer a Londres para mantener consultas de urgencia con la primera ministra y con el secretario del Foreign Office, Geoffrey Howe, quien no se mostró receptivo al deseo del gobernador de hacer amplias concesiones a los habitantes de la colonia que deseen refugiarse en el Reino Unido.En la actualidad, 1,2 millones de ellos tienen pasaporte británico, que podría extenderse potencialmente a 3,2 millones de personas, aunque ese pasaporte no da derecho a residir en el país. El Gobierno va a acelerar los planes para dotar a la colonia de instituciones de autogobierno, pero no está dispuesto a aceptar una entrada masiva de personas. Thatcher ha manifestado que los procedimientos de admisión "podrían ser un poco más generosos que en el pasado", período aún vigente y que sólo permite a un ínfimo puñado de funcionarios aspirar a vivir en las islas o a personas que, además de otros requisitos, cuentan con un mínimo de 30 millones de pesetas en el banco.

La primera ministra ha apuntado que podría ofrecer, a modo de una póliza de seguro, la entrada en el Reino Unido a "gente muy influente y cualificada", de modo que no se sintiera forzada a huir a la desesperada de Hong Kong, sumiendo a la colonia en el caos. La oposición laborista ha criticado esta discriminación, que deja sin salvaguardia a la mayoría de la población.

Las negociaciones sobre la Ley Básica que regirá el destino de la colonia tras su integración en China, el 1 de julio de 1997, podrían suspenderse oficialmente tras las dimisiones y retiradas temporales de tres miembros del comité que elabora el proyecto y cuatro consejeros. Las decisiones de éstos obedecen a la oleada de protestas desatada en Hong Kong por el asalto de Tiananmen. Los hongkoneses, siempre recelosos del partido comunista chino, exigen ahora mayores garantías a la hora de ser absorbidos por Pekín.

Desde la declaración de la ley marcial en China, hace casi tres semanas, los 170 miembros del consejo consultivo de la Ley Básica suspendieron temporalmente la revisión de ésta y ayer uno de ellos, Ann Tse-kai, solicitó que la suspensión sea formal.

Amplia autonomía

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El primer proyecto de esa Ley Básica se publicó en 1988. En él se daba a Hong Kong una amplísima autonomía, que le permitía gozar, entre otras, de moneda convertible propia y pertenecer directamente a organismos económicos internacionales, como el GATT. La revisión y mejora de ese proyecto se realizaba ahora a pasos agigantados con el fin de que lo pudiera aprobar la Asamblea Nacional Popular (Parlamento chino) y entrar en vigor el año próximo.

En Hong Kong aumenta día a día el resentimiento contra la metrópolis por lo que se considera una "política discriminatoria y clasista, que está convirtiendo en ciudadanos del Reino Unido a los ricos y abandonando a su suerte a quienes no tienen grandes recursos, pero han servido a la Corona británica durante generaciones".

Mientras la colonia sufre una pérdida de cerebros que se teme pueda afectar gravemente a su dinamismo económico y bienestar social, la primera ministra asegura que su Gobierno trata de ser "flexible" en cuanto al problema de la nacionalidad y que si ésta se concede a personas influyentes y con un alto grado de especialización es porque se espera que permanezcan en Hong Kong, "una vez que ya saben que tienen la posibilidad de ir a Gran Bretaña".

Credibilidad perdida

David Wilson, como muchos hongkoneses, considera que la masacre de Tiananmen ha abierto un nuevo capítulo en las relaciones de China y Hong Kong Sin embargo, en este importante enclave financiero se tiene poca esperanza de que el gobernador vuelva el martes con alguna gran concesión de Londres bajo el brazo. El prestigioso diario South China Morning Post publicaba ayer un extenso editorial que bajo el título Es hora de que Hong Kong juegue un papel completo hacía un listado de seis puntos para que el Gobierno Thatcher "recobre la credibilidad perdida" por sus negociaciones con China sobre el futuro de la colonia. Y afirmaba: "No existe esperanza, al menos a corto plazo, de que se siga teniendo fe o confianza en el actual liderazgo de Pekín. La única posibilidad que China tiene para ayudar a mantener cualquier forma de estabilidad o prosperidad en el territorio es aceptar nuevas demandas que delimiten mejor los derechos de los ciudadanos de Hong Kong después de 1997".

A las demandas de este periódico se suman otras muchas de intelectuales, legisladores y hombres de negocios, traumatizados por los acontecimientos de Tiananmen y afectados del síndrome del 97. Así, el legislador Martin Lee Chu-Ming, pidió ayer que se establezca, a partir de 1997, una confederación entre la Rpública Popular China y la colonia de Hong Kong, de manera que pueda evitarse la utilización de la fuerza militar en este territorio.

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