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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Hormigón', Bernhard y los suplementos literarios

Hormigón no es "la última novela escrita por Bernhard", como escribe Alejandro Gándara en su tan discutible como errática crítica aparecida el 14 de mayo, sino su última novela traducida al español y publicada en España (también en titulares, a cinco columnas, puede leerse: "la última novela del escritor austriaco...", frase lo suficientemente ambigua como para hacer de ella un buen eslogan publicitario).La edición alemana de Hormigón, como cualquiera puede comprobar, si se toma la molestia, en la referencia del copyright, es de 1982, el mismo año en el que fue publicada El sobrino de Wittgenstein, pero antes que ésta. El malogrado es de 1983. Tala, de 1984 (después, por tanto, no antes de Hormigón). Alte Meister, de 1985. Auslöschung, si no me equivoco, de 1986. No sé si con posterioridad a esta fecha publicó más novelas, pero teniendo en cuenta el ritmo frenético con el que escribía, lo realmente extraño sería que no lo hubiera hecho.

Escribir que después de Hormigón "se hace difícil pensar en una obra posterior sin un cambio absoluto de punto de vista" no sólo es una ridiculez, estando ya en las librerías las traducciones españolas de El sobrino de Wittgenstein, El malogrado y Tala, sino una tontería que a Bernhard le hubiera hecho reír de buena gana. ¡Nada menos que un cambio absoluto! ¡Pero si desde 1963, desde la aparición de Helada, los críticos no han escrito otra cosa.

Es una lástima, por otra parte, que Gándara, en la lista que da de lo que solía ser objeto del vituperio y de la sarcástica carcajada de Bernhard (pero no "para decir adiós", sino, en todo caso, hasta pronto, hasta que reviente), no incluya ni los periódicos ("no poder sustraerme a esos periódicos y a sus asquerosos productos, porque, por otra parte, tengo que devorar diariamente con gran ansia esa suciedad de los periódicos, como si padeciera francamente una perversa gula periodística", Hormigón, página 108) ni sus suplementos literarios ("suplementos literarios llamados conocidos y famosos, pero tanto más repulsivos", Hormigón, página 143).- Agustín Blázquez.

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