Dólar rampante
UN NUEVO período de perturbaciones en los mercados de divisas parece dominar la escena económica internacional, con el dólar estadounidense como protagonista de una escalada de apreciación no anticipada por los expertos. La superación de los dos marcos alemanes y de los 140 yenes por dólar, además de situar el precio de esta moneda en su más alta cota desde 1986, desafía el espíritu de concertación entre los bancos centrales del Grupo de los Siete (EE UU, República Federal de Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá), que, hasta hace pocas semanas, parecía otorgar ciertas garantías de estabilidad a estos mercados.La indefensión que exhiben estos días los bancos centrales no es únicamente expresiva de la insuficiencia relativa de sus reservas ante el importante volumen de actividad que diariamente registran los mercados de divisas, sino igualmente de la sensibilidad con que los movimientos especulativos pueden responder a cualquier indicio de fragilidad en lo que debía ser la actuación coordinada de las autoridades monetarias. Ello es tanto más sintomático cuanto mayor es la incertidumbre política en la República Federal de Alemania y Japón. Es reveladora en este sentido la actitud del Bundesbank, manteniéndose al margen de las intervenciones vendedoras de dólares de sus colegas y constituyendo, por tanto, uno de los estímulos más eficaces para esa tendencia de los capitales a refugiarse en activos denominados en dólares.
La escasa capacidad de determinación que las condiciones fundamentales de una economía (déficit exterior, variaciones en el nivel de los precios) tienen en el tipo de cambio de su moneda en un contexto de creciente liberalización de los movimientos de capital, en favor de los diferenciales de tipos de interés, obliga a que las actuaciones de las autoridades monetarias mantengan un cierto grado de coordinación si se quiere garantizar una mínima estabilidad cambiaria. Con mayor razón si se pretende reducir los todavía considerables desequilibrios exteriores existentes entre los principales países: Estados Unidos, por un lado, y Japón y la República Federal de Alemania, por otro.
Sobre esta base, no resultaría arriesgado anticipar elevaciones adicionales de los tipos de interés en Alemania y Japón y/o movimientos de signo contrario en Estados Unidos, como prácticamente las ánicas vías de reconducir el hoy sobrevalorado dólar a niveles más próximos a los que posibilitaron el consenso del Grupo de los Siete, hace poco más de dos años. La próxima cumbre de París va a proporcionar una ocasión propicia para la recuperación por los bancos centrales del respeto perdido en las últimas semanas. En este contexto, la peseta no ha dejado de acompañar esencialmente a la moneda alemana, ilustrando ese aparente propósito del Banco de España de ir probando la futura vinculación de nuestra moneda a la disciplina exigida por esa área de estabilidad cambiaria que constituye el Sistema Monetario Europeo, cuya conveniencia no deja de subrayar la actual situación.
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