Reforma del reglamento
J. V., Todos los taurinos y algunos políticos, en cuanto se les pregunta por los problemas de la fiesta, dicen que es necesario reformar el reglamento taurino. Los aficionados no están tan seguros de que sea necesaria esa reforma, y en cambio sí lo están de que la fiesta sena mas emocionante, atractiva y auténtica si el reglamento vigente se cumpliera a rajatabla en lo fundamental, que es el toro y el orden de la lidia.
El reglamento tiene algunos preceptos desactualizados, es cierto, pero sólo aquellos que responden a planteamientos propios de la época en que fue aprobado, hace ya casi 20 años; o incluso anteriores, ya que reproduce artículos de reglamentaciones aún más antiguas. Cuestiones que contempla sobre orden público, cosos, billetaje, hasta usos y costumbres, quizá se deberían modificar por tanto.
En cambio, la lidia debe ser tal cual está reglamentada, y no hay razón alguna que justifique su reforma. Aún menos lo que concierne a la suerte de varas, pues la concibe acertadamente para ahormar al toro, calibrar su bravura, constituir en sí misma espectáculo, todo ello en perfecta conjunción y armonía.
Modificar la suerte de varas para acoplarla a la realidad del toro actual, que es menos fuerte y menos bravo como consecuencia de una selección y crianza equivocadas (o acaso por fraude), sería una aberración. Pues equivaldría a consagrar el error (o el fraude) y resignarse a que la lidia continuara el progresivo empobrecimiento técnico y artístico al que le han conducido los intereses particulares del taurinismo.
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