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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un chalé para Noriega

EN PANAMÁ, el nacionalismo ha aparecido siempre vinculado a la reivindicación de la soberanía sobre el canal -es decir, a una opción sustancial de fuerza-, frente a una oligarquía dominante ligada a los intereses de Estados Unidos. Puede que ello explique el surgimiento de venerables oligarcas como Arnulfo Arias, de protectores como Omar Torrijos y de oscuros personajes, con un pie a cada lado, como Manuel Antonio Noriega. En la mayor parte de los casos, el pueblo panameño quedaba excluido de estos juegos.Ahora resulta, sin embargo, que los panameños saben lo que quieren, y lo acaban de manifestar en las urnas. Pero su fragilidad como colectivo nacional les permite poco más. No puede exigirse heroísmo continuado a un pueblo que tiene que seguir comiendo y no siente obligación alguna de incorporar el masoquismo a la lista de sus virtudes cívicas. Después de la violencia salvaje que siguió a los recientes comicios, degradando además el significado de la palabra dignidad, era natural que la huelga general convocada para el pasado miércoles por la oposición tuviera poco éxito.

En esta ocasión, afortunadamente, la fragilidad del pueblo panameño ha sido apuntalada desde fuera. Con rara unanimidad, la comunidad internacional ha dicho tres cosas: que las elecciones han sido ganadas por la oposición democrática, que EE UU no resolvería nada interviniendo militarmente y que Noriega, el gran culpable, debe marcharse. La Organización de Estados Americanos (OEA) ha decidido enviar hoy a Panamá una misión para asegurar precisamente el cumplimiento de estos objetivos. El hecho de que el Gobierno panameño le diese la bienvenida indicaría su voluntad de alcanzar un arreglo consensuado. Este convenio pasa por la marcha del general Noriega. Que ello ocurra sin traumas depende de la generosidad -que no es poco pedir- de la oposición panameña y de su renuncia a aprovechar cualquier posible ventaja. Lo que sea necesario, con tal de que el general Noriega acabe instalado en una cómoda mansión en algún barrio residencial de Caracas.

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