Camarón fue una fiesta
Y Camarón volvió por sus fueros en medio de un tumulto del diablo. Cero, doble cero, triple cero para un servicio de seguridad que cada año es incapaz de hacer cumplir las normas más elementales de orden y civismo. Si esto ocurriera con una empresa privada alguien daría con sus huesos en la comisaría. Pero, claro, éste no es el caso.El de la Isla, superando el guirigay, quizá motivado por él, y en su afán de hacerse oír pese al griterío, elevó el vuelo del águila de que sólo son capaces los genios y cantó como hacía muchos años no le escuchaba. Con fuerza, con la voz fresca y vibrante, queriendo cantar bien y haciéndolo, pese a las circunstancias, en palos tan difíciles y poco adecuados al clima que se había creado como el taranto y la cartagenera. Quiso cantar bien, extraordinariamente bien, y pudo, y en la soleá, y en los tangos, y en las bulerías, hizo cosas hermosísimas, nos regaló melismas inéditos y bellos, se lanzó a tumba abierta a la insondable jondura a que sólo son capaces de llegar unos pocos privilegiados del cante.
La Paquera de Jerez y Camarón
La Paquera de Jerez, con Moraíto Chico y palmeros. Camarón de la Isla con Tomatito.Madrid. Palacio de los Deportes, 16 de mayo.
Antes la Paquera había hecho su cante personal. Salió enfundada en un apabullante traje largo azul brillante, pegó el primer ¡ay! y la audiencia se calló estremecida. Ése es el poder de esta mujer, que basa todo su arte en la estética -¿la estética?- del grito. Se permite el lujo de dejar el micrófono en un recinto con 10.000 almas dentro. No le pidamos exquisiteces. El grito por el grito distorsiona el cante, los tercios salen disparados contra el auditorio y los tonos se van a hacer puñetas de vez en vez. Pero su cante es ése, y se toma o se deja. En esta ocasión la mayoría lo tomó con agrado.
Babelia
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