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El santo

Madrid celebró ayer el día de su santo patrón, san Isidro Labrador, y sigue ardiendo en fiestas toda la semana. Las organizan los políticos para dar satisfacción a los madrileños y ganarse unos votillos. Arder en fiestas en Madrid significa que hay verbenas, representaciones, conciertos, movidas. Sin embargo, lo que de verdad satisface a los madrileños es que les dan salida del trabajo una hora antes, pues esas fiestas, y aun mejores, las tienen cada día todo el año.Antiguamente se solía decir: "En Madrid, con dinero y sin familia, Baden-Baden". El aserto sigue vigente, y la festividad del santo también, porque refuerza las señas de identidad del madrileño. No es que los madrileños le tengan una devoción especial a san Isidro. Los madrileños sólo tienen devoción especial por la Virgen de la Paloma y por Jesús de Medinaceli. Por el santo labrador lo que sienten es admiración. Aquello de que un ángel le hacía el trabajo mientras oraba siempre tuvo maravillados a los madrileños. A los madrileños lo que les priva es ver trabajar a otros. Las escenas matritenses más típicas se producen en las obras, donde suele haber varios obreros dándole a la herramienta y una multitud contemplándoles.

Como Madrid entero está levantado por obras, la diversión abunda y aumentan los ociosos. Siguen el ejemplo de san Isidro, aunque en lo de orar no tanto. Ya apenas quedan ciudadanos píos, al estilo de Ferrobusta. Ferrobusta era un funcionario de los tiempos de Girón que tuvo la mala fortuna de estar rodeado de compañeros descreídos, y cuando éstos, por hacerle rabiar, barbarizaban contra el clero y los' dogmas, les decía: "Perdéis el tiempo conmigo: ¡mi fe es robusta!". De ahí le vino el nombre.

Las verbenas no sirven para reforzar las señas de identidad del madrileño, que hace así y las tiene cuando quiere cualquier día del año. Al madrileño lo que de verdad le refuerza sus señas de identidad es san Isidro, que no daba golpe. El político que prometa a los madrileños más vacaciones, ése se los mete en el bolsillo, per omnia in saecula.

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