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El ajuste 'suave'

El Gobierno aprieta pero no ahoga con las nuevas medidas fiscales y presupuestarias

El Ministerio de Economía fue la pasada semana un hervidero de acontecimientos. Mientras los responsables de la política fiscal resolvían sus dudas respecto al nuevo IRPF y todos los ojos estaban puestos en descubrir uno de los secretos mejor guardados, el equipo de Carlos Solchaga sacaba de la chistera las dos medidas de corte fiscal que fueron aprobadas el pasado viernes por el Gobierno. Dos medidas calificadas de ajuste suave, ya que están más en la línea de lanzar un mensaje de moderación en un ambiente de cierta euforia económica que en aplicar una medicina de caballo.

El reajuste en unos 115.000 milliones de pesetas sobre un gasto previsto para este año en inversiones reales y transferencias de capital de 1,8 billones de pesetas, cogió por sorpresa a la mayoría de los ministros. Pero el presidente del Gobierno, Felipe González, ya había dado con antelación su visto bueno a la propuesta de Solchaga. Por ello y porque algunos ministros no asistieron a la reunión por encontrarse de viaje, la medida salió adelante sin apenas dificultades.La nueva configuración de los Presupuestos del Estado para este año no es ajena a la incertidumbre respecto a lo que se pueda recaudar este año por la vía de los ingresos. El nuevo IRPF, que será por primera vez debatido en la Comisión de Subsecretarios mañana miércoles, supone que el dinero que normalmente entra en las arcas del Estado durante el mes de junio, unos 250.000 millones de pesetas, llegará meses más tarde y, probablemente, con algún cero menos.

Se ha especulado mucho con la cifra que se dejará de ingresar al permitir, por primera vez en España, la declaración de renta separada. Sin embargo, como han reconocido reiteradamente los responsables de Hacienda, la incógnita está en cómo se van a repartir las rentas del capital entre los miembros de una misma unidad familiar.

Ante esta incertidumbre, el Gobierno ha preferido curarse en salud y aplicar una terapia de recorte del gasto para así conseguir que el déficit público no se separe mucho de lo previsto este año, es decir, el 2,7% del PIB; o, al menos, que no se rompa la tendencia de los últimos años en que se ha pasado de un porcentaje del 5,3% en 1982 al 3% en 1988. Esta reducción se ha conseguido, no tanto por la moderación en el gasto como por unos ingresos que han crecido sin parar.

La medida, acompañada de un adelanto al mes de julio en el ingreso a cuenta del impuesto que grava los beneficios de las empresas -otros 135.000 millones que se ingresarán antes de lo previsto- supone la retirada de unos 250.000 millones de pesetas del dinero en manos del sector público y de los particulares. Precisamente, esta es la cantidad de dinero que aproximadamente se maneja como pérdidas derivadas de la aplicación de la nueva normativa de renta.

Controlar los precios

El objetivo final es el control de los precios por la vía de ceñir el cinturón al sector público y al privado, después de haber decidido apretárselo a los trabajadores no rebajando las retenciones y a las empresas por una política monetaria que ha encarecido el precio del dinero. Todos los caminos llevan a Roma y el objetivo final es cortar la escalada de los precios de forma que no se separe mucho de su evolución en los países de nuestro entorno y así conseguir recuperar las exportaciones españolas.Los meses venideros pueden seguir dando disgustos en lo que a la inflación se refiere. Solchaga, sin embargo, ha querido calmar el ambiente y para ello ha dicho que puede haber un "efecto óptico" motivado porque los mismos meses del pasado año fueron bastante buenos. El resultado espúreo de una situación económica que se respira boyante -la demanda interna creció el pasado año un 6,5% y este año lleva camino de superar este porcentaje- son unas subidas de precios que pueden ensombrecer las ilusiones de progreso.

A pesar de que las medidas son novedosas y de que se puede hablar de un cierto giro en la polítíca económica, sus responsables nunca dicen de este agua no beberé. Como es normal, y así lo ha dicho Solchaga, no se descartan medidas monetarias más adelante, cuando sea necesario un nuevo reajuste. Durante lo que resta de año, el ajuste suave continuará en los frentes que las circunstancias aconsejen y la polémica entre política monetaria y política fiscal seguirá ofreciendo nuevos episodios. Como dijo Solchaga, la gente no quiere que se aplique un plan de caballo porque aún cuando la situación se califica de complicada no estamos, ni mucho menos, como hace diez años.

Sin embargo, todo parece indicar que las medidas monetarias están tocando techo, ya que por su efecto en los tipos de interés acaban reproduciendo la enfermedad de los precios. Por el lado de los impuestos, hay que andarse con los pies de plomo ante los estrictos límites marcados por la sentencia del Tribunal Constitucional. Sólo quedaría por hacer incidencia en nuevos recortes presupuestarios, pero con el inconveniente de que retrasarían la incorporación de España al club de los países con cierto nivel de bienestar social. Un telón de fondo que puede modular la política económica en uno u otro sentido es que estamos entrando en período electoral y éste será uno de los vértices que marcarán las decisiones que afectan al bolsillo de los ciudadanos.

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