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42º FESTIVAL DE CANNES

Tres centenarios sirven de pretexto para debates políticos y culturales

, ENVIADO ESPECIAL, El bicentenario de la Revolución Francesa y los centenarios de un cineasta, Charles Chaplin, y de un objeto cinematográfico, la torre Eiffel, han servido de pretexto a los organizadores de Cannes 89 para la inclusión en las actividades del festival de debates políticos y teóricos, que desde hacía años no se producían. Mientras tanto, ayer se presentaron la película canadiense Jesús de Montreal y la estadounidense Ángeles perdidos. Ninguna de las dos tiene más interés que el comercial, pero en ambas hay valores parciales que pueden ser tenidos en cuenta por el jurado a la hora de repartir los premios.

Después del encuentro del pasado sábado, en el que más de 100 cineastas de todo el mundo denunciaron los peligros que hoy amenazan la libertad del cine, tuvo lugar la proyección de una película de montaje titulada Libertad, realizada por Laurent Jacob.La película combina escenas de casi 100 películas basadas en aspectos del suceso histórico de la Revolución Francesa, que ha sido uno de los filones argumentales más utilizados por el cine. Un catálogo de filmografía sobre la Revolución Francesa recoge más de 300 títulos, entre ellos obras clásicas fundamentales como La Marsellesa, de Jean Renoir; Napoleón, de Abel Gance, y Las dos huérfanas, de David Griffith.

Las aficiones conmemorativas de los organizadores de este festival han aprovechado también el centenario de la construcción de la torre Eiffel, para encargar otra película de montaje sobre secuencias donde aparece este socorrido objeto cinematográfico. Como el pretexto era evidentemente débil, asociaron la imagen de la torre a la exposición universal de la que fue símbolo y, apoyados en ella, convocaron ayer otro debate, esta vez acerca de la universalidad del lenguaje cinematográfico.

Es aquí un comentario generalizado que la demolición del viejo palacio de La Croisette, sede histórica de este festival, y la inclusión de la prestigiosa e independiente Quincena de los realizadores en la nueva sede del festival, ha obligado a recuperar algunas de sus conexiones con la investigación cinematográfica, que se habían perdido bajo el predominio de los aspectos mercantiles sobre los culturales y cinematográficos.

El mercado de películas parece discurrir este año de manera más discreta, al existir estos y otros focos informativos más cercanos a la cultura del cine que al negocio del cine.

Dos actores

Sin este equilibrio o menú diplomático no se entiende la presencia en el concurso de la película estadounidense Ángeles perdidos, dirigida por el británico Hugh Houdson, que no tiene otro valor que el comercial. Los pronósticos indican que dará mucho dinero, que no habrá familia norteamericana que no vea en él una llamada al orden para que sus hijos no sean víctimas de sus divorcios. Y, con suerte, pasará a la letra pequeña de este festival si los jurados son sensibles al excelente trabajo de los actores Donald Sutherland y Adam Horowitz.Por otra parte, el filme candiense Jesús de Montreal, de Denys Arcand, el mismo que escribió y dirigió El declive del imperio americano, tiene también vocación y probabilidades de éxito, a pesar o a causa de la superficialidad de su habilísimo, a la manera de Jacob, menú, que combina la pasión de Cristo con Reagan, los spots publicitarios, el origen del universo, la alineación de los burgueses canadienses, Shakespeare, el trasplante de órganos, el integrismo católico, las ensaladas de Paul Newman y Dostoyesvki, entre otros muchos enunciados de cultura de diccionario que llenan hasta la saturación a esta película. Posible premio.

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