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Muchos profesores transmiten a los niños su propio odio a las matemáticas, según Peter Hilton

Hilton es un matemático nada convencional. En la II Guerra Mundial se dedicó, junto a un grupo de jóvenes británicos, a descifrar los mensajes secretos del Ejército alemán con tanta eficacia que "a la media hora ya sabíamos lo que Hitler ordenaba a sus tropas". Allí le convencieron de que las matemáticas, además de apasionantes, podían ser útiles. Especialista en topología, disciplina que estudia las propiedades de las figuras geométricas, será investido mañana doctor honoris causa por la universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en reconocimiento a su colaboración con grupos de jóvenes matemáticos españoles.

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"El problema viene de la escuela elemental, donde los niños tienen que aprender una aritmética realmente terrible: cuanto más listos son, más se aburren... Les querernos enseñar a ser máquinas de cálculo listas y precisas cuando ya tenemos este tipo de máquinas. Las matemáticas son otra cosa, es aprender a pensar cuantitativamente. Por eso no me extraña que los niños tengan ansiedad frente a esas matemáticas: es una reacción perfectamente sana... ¡Me sorprendería que les gustasen!".Quien habla así no es el responsable de un sindicato estudiantil ni un profesor joven. Este duro juicio es el que viene defendiendo en sus actividades y sus libros Peter Hilton, un británico de 66 años que enseña en la universidad de Nueva York y que está considerado uno de los más prestigiosos matemáticos vivos actuales. Estudió en Oxford y Cambridge, y más tarde en Zúrich, hasta que decidió cruzar el Atlántico para instalarse en EE UU, donde llegó a ser vicepresidente de la Asociación de Matemáticos. Ha escrito 16 libros y más de 350 artículos científicos, pero, como él mismo reconoce, lo que más le gusta es viajar para explicar sus conocimientos e investigar.

Ahuyentar los fantasmas

"Contrariamente a muchos matemáticos, hablo varias lenguas", explica Hilton, que está aprendiendo, ahora español, "por lo que me paso mucho tiempo invitado por universidades de todo el mundo: me niego a vivir, como muchos colegas míos, aislado en una torre de marfil".Desde luego, la impresión al hablar con Hilton es totalmente la contraria de la que uno se espera de un sesudo matemático dedicado a la investigación pura. ,"Las matemáticas son una actividad muy emotiva, que no se puede mirar con frialdad", explica. Para este investigador británico, .un matemático es una persona que busca modelos de pensamiento cuantitativo, relaciones ocultas, conexiones inesperadas, ya sean lógicas o sólo estéticas..., pero no tiene nada que ver con una calculadora".

La topología, disciplina que practica Hilton, ha permitido crear códigos cifrados de transmisión, aproximarnos más a la verdadera estructura de las moléculas y del ácido desoxirribonucleico (ADN, el básico de la vida) y progresar en la construcción de la inteligencia artificial. "Trabajamos en la investigación matemática porque nos gusta, no porque sea útil", matiza el profesor, a quien preocupa mucho la enseñanza de las matemáticas. Hilton es autor de dos libros destinados a ahuyentar los fantasmas de la dificultad de las matemáticas. El título de uno de ellos es ya significativo: No más miedo.

Para Hilton, la enseñanza de las matemáticas produce en los alumnos, desde pequeños, un aburrimiento generalizado. En su opinión, los tratamientos a niños con ansiedad matemática no arreglan nada, "ya que tranquilizan a grupos de escolares que no son capaces de estudiar matemáticas, pero no les enseñan a aprenderlas".

El investigador británico explica la situación por dos factores principales. En primer lugar, .unos planes de estudio de matemáticas hechos por burócratas despreocupados y aburridos". La segunda responsabilidad, según Hilton, es de los maestros y profesores: "Es muy triste, pero la mayoría de los enseñantes de matemáticas tienen dos cualidades, adoran a los niños y odian las matemáticas, con lo que transmiten ese odio a los escolares". Hilton postula una reforma radical de los exámenes de matemáticas: "Lo que deberían evaluar es la capacidad del niño de plantearse preguntas él mismo y de acrecentar su curiosidad por las matemáticas".

Desde los cinco años

Culpa también a los padres en lo que define como un cierto fracaso en el desarrollo de las nuevas matemáticas en los años sesenta y setenta. "Se intentó enseñar comprensión matemática, pero pronto los maestros, que no dispusieron de la formación necesaria, pasaron a explicar las nuevas matemáticas al viejo estilo. Y por si fuera poco, a los padres sólo les preocupó que sus hijos sacasen buenas notas; otra vez el aburrimiento estaba servido". Frente a esta situación, el matemático británico propone que la enseñanza de esta disciplina comience desde muy pronto -los cinco años-, a través de historías y cuentos en los que el niño pueda'desarrollar la capacidad lógica y de congruencia."Los niños han de tener una discusión matemática sin darse cuenta", matiza. Hilton aconseja también prudencia en el uso de calculadoras, útiles para algunas situaciones, pero no todas. "Está bien usar la calculadora para ver cuánto es 42 por 123, pero no para calcular 37 por 10, que mentalmente se sabe antes".

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