No hay hielo que 30 años dure
La llegada, mañana, de Gorbachov a Pekín pone fin al histórico alejamiento de los gigantes comunistas
"Yo sé mejor que usted cómo tratar a los soviéticos, porque he estado peleándome toda mi vida con ellos", le dijo Deng Xiaoping a Ronald Reagan cuando el anterior presidente norteamericano viajó a Pekín en 1984. La paciencia, la tenacidad y la desconfianza han sido empleadas por el anciano dirigente chino durante los seis años y medio que ha durado el proceso para normalizar las relaciones con la URSS y que ha hecho posible la celebración, a partir de ma fiana, lunes, de la primera cumbre al más alto nivel en 30 años entre los dos gigantes del comunismo mundial.
El encuentro de Deng Xiaoping con el presidente soviético, Mijail Gorbachov, será tal vez la despedida del escenario político del veterano líder, de 85 años, a quien varios sectores de la sociedad china, especialmente los estudiantes y los intelectuales, consideran incapacitado para llevar adelante la modernización del país más poblado del planeta.Mijail Gorbachov llega mañana a China en medio de una aureola de popularidad y de admiración local por su perestroika, pero que despierta escaso entusiasmo en los gobernantes chinos, justo cuando acaba de explotar en China una nueva primavera de Praga en reclamo de mayor democracia. Este pueblo se ha contagiado de la fiebre Gorby, a juzgar por los comentarios escuchados estos días en la calle, en la Universidad o en las fábricas. Gorbachov gana por goleada a Deng Xiaoping y al resto de la cúpula dirigente china, desgastada por la edad y carente de ideas para canalizar las peticiones de una sociedad que desea que el desarrollo económico vaya parejo con la apertura política.
"Estoy muy contenta con la visita de Gorbachov. Es un dirigente extraordinario para poner en marcha el proceso de reformas de un país. Ya me gustaría tener un líder como él aquí", declara una estudiante de segundo año de Magisterio de la universidad de Pekín. Otro joven universitario, de primer año de Psicología, afirma que "es un gran tipo". Un taxista opina que Gorbachov es una "persona abierta, a diferencia de los gobernantes que tenemos nosotros". Una empleada bien vestida de la fábrica de televisores de Pekín responde al salir del trabajo: "Me cae bien Gorbachov", y un técnico no se reprime en opinar que los gobenantes chinos "no tienen la categoría del presidente soviético". En la plaza Tiananmen, el centro neurálgico de Pekín, una mujer trabajadora de Mongolia, que está de paso en la capital, se sienta en una esquina vigilando su equipaje mientras un grupo de amigos visita el mausoleo de Mao Zedong. "Mao cometió errores", afirma al explicar que el gran timonel no consiguió elevar el nivel de vida del pueblo chino. Sobre Gorbachov no tiene dudas: "Es un hombre poderoso, que me gusta y que me gustaría tenerlo como gobernante".
"Deng Xiaoping discrepa con el proceso de reformas que viven los países del Este. No le gusta la perestroika y menos todavía lo que ha ocurrido en Polonia y Hungría", afirma Xu Xin, profesor de Relaciones Internacionales de la universidad de Pekín. Según él, China atraviesa una seria crisis de liderazgo de difícil solución por el envejecimiento de sus gobernantes. "Los intelectuales y los estudiantes sintonizan con las acciones de Gorbachov y estiman que nuestros dirigentes no son capaces de acomodarse a los tiempos de reforma", afirma.
El Gobierno sostiene que China encaja mejor en la doctrina del nuevo autoritarismo que han practicado muchos países asiáticos, fomentando la liberalización económica pero controlando con firmeza la apertura política.
Tarde y cansado
Sin embargo, las simpatías populares que ha despertado la contestación estudiantil de las últimas tres semanas ha llevado a los gobernantes a la reflexión y a reconocer la necesidad de una mayor transparencia y de un diálogo político entre amplios sectores de la sociedad para afrontar la crisis económica y la corrupción rampante que existe en el funcionariado.Deng Xiaoping, el viejo y pequeño emperador chino, llega tarde y cansado a la cita con Mijail Gorbachov, pese a que ésta se produce después de que el máximo líder de la URSS haya satisfecho las condiciones chinas: la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, la eliminación de las tensiones fronterizas y la búsqueda de una solución al problema de Camboya. Los tres obstáculos han sido superados por Gorbachov. En 1986, un año después de su llegada al Kremlin, el líder soviético pronunció un importante discurso en VIadivostok que serviría de arranque para lograr la normalización de las relaciones con China. Gorbachov ha mostrado mayor flexibilidad que ningún otro dirigente de su país y se ha distanciado de los errores cometidos por sus predecesores. "Bajo esa óptica se puede decir, sin duda, que Gorbachov es el auténtico vencedor de esta cumbre", afirma el profesor Xu Xin. Los chinos han reiterado hasta la saciedad los días previos a la cumbre que Pekín y Moscú no volverán a sellar una alianza política como la de los años cincuenta, alianza que estuvo cargada de recelos mutuos, sobre todo del lado chino, por considerar que la URSS pretendió domesticar el comunismo de Mao y dio pruebas de practicar una política expansionista y hegemónica.
Incluso en vísperas de la importante e histórica cita que empieza mañana en Pekín, fuentes oficiales autorizadas chinas hablan todavía de la necesidad de que Gorbachov demuestre con hechos que no es igual que sus predecesores. La normalización implicará también el restablecimiento de relaciones entre los dos partidos comunistas más poderosos del mundo. Pero nuevamente Pekín ha disipado las sospechas de que pueda haber una reedición del Komintern.
Relaciones con Occidente
"La normalización de relaciones está en el interés de todos, porque beneficiará a Asia y a todo el mundo", afirmó esta semana un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino. China subraya, además, que sus relaciones con Estados Unidos, Europa occidental y Japón no se verán afectadas por la nueva etapa que abre con los soviéticos.Washington ha dado la bienvenida consciente de que, aun perdiendo la ventaja que le ha supuesto jugar, desde los años setenta, la baza china contra Moscú.
China y la URSS necesitan ahora de la tecnología y del respaldo económico de Occidente si quieren llevar adelante su proceso de reforma.
Ambas naciones quieren reducir sus abultados presupuestos militares para invertir el dinero en el crecimiento económico de sus pueblos.
China ha reducido de cuatro a tres millones de soldados sus efectivos militares en los últimos tres años, tras el fin de las hostilidades en los 7.000 kilómetros de frontera con la URSS, y ésta ha anunciado que reducirá en los próximos dos años en 260.000 unidades las tropas desplegadas en la frontera con China.
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