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Salió el toro-toro

Una corrida concurso de ganaderías donde no haya toro merecedor del premio a la bravura, como ocurrió ayer en Las Ventas, podría considerarse corrida concurso fallida. Y, sin embargo, no fue corrida concurso fallida, pues salió el toro, es decir, el toro-toro que quiere la afición. Sólo por eso ya merecen parabienes los organizadores de la corrida-concurso-no-tan-fallida. La presencia del toro-toro produjo interés y emoción, y si luego resultó que la bravura era un bien escaso entre los muchos bienes que el toro-toro reporta, ese es otro tema.Bien escaso -la bravura-, mas no ausente total del coso venteño. El Guardiola era bravo. Lo demostró arrancándose con codiciosa alegría al caballo desde Barcelona (donde le ponían en suerte) y recargando fijo mientras Eduardo Cid picaba en lo alto. El buen toro se conmocionó en el bestial encontronazo de la primera vara, por lo que blandeó luego y al final se desentendió de la poco atractiva muleta de Campuzano. Le criticaron por eso, con evidente injusticia. Cualquiera blandearía y se desentendería de la poco atractiva muleta de Campuzano si se pega parecido cabezazo contra un estribo.

Concurso de ganaderías / Ruiz Miguel, Campuzano, Esplá

Toros (todos con gran trapío) de Eduardo Miura, Atanasio Fernández, Pablo Romero (mansos), Victorino Martín (cumplió), Guardiola Domínguez (bravo) y Torrestrella (inválido). Ruiz Miguel: pinchazo y bajonazo descarado (ovación y saludos); dos pinchazos y estocada corta descaradamente baja (silencio). José Antonio Campuzano: media y rueda de peones (pitos); pinchazo y media (pitos). Luis Francisco Esplá: pinchazo, estocada y descabello (aplausos con algunos pitos y salida a los medios); estocada y cinco descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 2 de mayo. Corrida del día de la Comunidad.

El Atanasio resultó interesante, dentro de su mansedumbre. Derribó con estrépito, varias veces más romancó y empujó hasta la barrera el jamelgo acorazado y, finalmente, sí, huía de la quema. Pero llegado el último tercio, tenía la seria embestida que es propia de un toro de pura casta. Demasiado para el toreo que se lleva, uno de cuyos caracterizados artífices es Campuzano, que optó por abreviar. El toreo que se lleva no está calculado para los toros íntegros y quizá por esta razon Campuzano -caracterizado artífice- apenas aguantaba al encastado Guardiola, aunque lo intentó con tenaz insistencia.

Jubilosas exclamaciones acogieron el trapío impresionante del Miura que abrió plaza. La alegría duró poco pues manseó en todos los tercios, y si tomó derechazos y naturales, se debió a que en la arriesgadísima técnica de robárselos a los toracos broncos, Ruiz Miguel es el Nóbel. El Victorino cumplió en varas y sus capacidades para la muleta se ignoran, pues Ruiz Miguel le ahogaba la embestida.

Manso y feo el Pablo Romero, en el último tercio no era nadie, como quien dice. Esplá ligó unos redondos muy toreros, que aún lo habrían sido mejores si no llega a aliviarlos con el pico. Alguien del tendido se lo reprochó: "¡El picooo!". Y en aquel instante perdió Esplá el pulso relajado de la faena. El Torrestrella, un chorreao bien comido, estaba inválido y lo protestó el público. Hubo división de opiniones cuando Esplá quiso banderillear. Entiende la afición más conspicua que un toro inválido nunca debe ser banderilleado por el maestro, mientras la menos conspicua entiende que el maestro debe banderillear siempre: para eso le pagan.

Banderilleó Esplá sus dos toros con vistosa variedad, buena técnica, y de propina unas escalofriantes reuniones encerrándose en tablas. Su última faena hubo de ser tan superficial como la invalidez del Torrestrella aconsejaba. Mal fin, ese. Porque el colofón era indigno dé una corrida cuyo protagonista verdadero había sido el toro. Entiéndase: el toro-toro.

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