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LAS VENTAS

Contra los elementos

Si los tres espadas habían acudido a Las Ventas para torear y no para luchar contra los elementos, tuvieron que aguan tarse y hacerlo al revés. Torear no se podía. Los elementos eran unos toros derrotones y un viento peleón, que ponía a flamear capotes y muletas. Quizá hubo también otros elementos que prepararon la encerrona, pero esos no compa recieron en la arena.Por casualidad hubo de ser que el quinto toro se comporta ra boyante a ratos y a ese le toreó Lucio Sandín a la verónica con cargazón de la suerte y gusto exquisito. La consternada y aterida afición recuperó entonces su fe en la fiesta y se las prometía muy felices cuando Sandín empleó los toricidas trebejos en ayudados por alto ganando terreno y uno por bajo a dos manos de sensacional ejecución y perfumada torería.

Pasquau / Ramos, Sandín, Calvo

Cinco toros de Jiménez Pasquau y 6º de hermanos Santamaría, con trapío, flojos, de feo estilo. Juan Ramos: pinchazo hondo atravesado y ocho descabellos (silencio); cuatro pinchazos, dos descabellos -aviso- y cinco descabellos más (silencio). Lucio Sandín: pinchazo y media escandalosamente atravesada y baja (silencio); media atravesada y descabello (ovación con algunos pitos y salida a los medios). Luis Miguel Calvo, que confirmó la alternativa: pinchazo y estocada caída (aplausos y también pitos cuando saluda); tres pinchazos -aviso-, pinchazo y media trasera baja (silencio).Plaza de Las Ventas, 30 de abril.

Lucio Sandín también se las prometía muy felices. Pero el toro acabó tan mulo como todos, arreciaba el viento, y para lograr alguna tanda de redondos, al diestro le servía menos la tauromaquia que la náutica; había de echarse al ojo el sextante, capear el temporal corrigiendo rumbos, y una vez alcanzado el remanso tras complicadas maniobras, el toro le mugía que redondos se los iba a dar al vecino del ático.

El anterior toro de Sandín más que derrotar tiraba zarpazos, y lo tanteó por la cara. Viento, frío y toros pregonaos, convertían la corrida en un calvario para los toreros y para el público. El primero de Luis Miguel Calvo era noble, aunque sin embestida, y un toro noble sin embestida es como el que tiene un tío en Alcalá. Calvo, famoso por su excelente interpretación del hijo de Juncal en la estupenda serie de Jaime de Armiñán, que ha transmitido recientemente televisión, no pudo elevar a igual categoría su condición torera, pese al pundonor que puso en el empefío, por culpa de ese toro sin embestida y otro tremendamente alto, largo, serio, cornalón y cinqueño, que respondía al cite con arreones, o escurría el bulto ladinarnente para emprenderla a testarazos al menor descuido. Sólo en banderillas lució algo más Luis Miguel Calvo, y aún así pasó apuros.

Todo el mundo pasó apuros, con ese ganado infame. Allí Pali Pirri tirándole los palos al segundo, pues le esperaba con las de coger. Allí Paco Lucena, pareando en terreno peligroso y bregando eficaz. Allí Juan Ramos porfiando naturales imposibles a un cuajado ejemplar reservón-aplomado-traicionero, o cargándole la suerte -nada menos- a otro, incierto y violento, en una faena de enorme mérito, pues los pocos redondos que consiguió instrumentar, fueron a ley.

Una oportunidad verdadera merecen estos tres espadas, con ganado de garantía. No como el de ayer, pájaros de buena cuenta que si algo garantizaban era el fracaso.

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