La protección de la capa de ozono enfrenta nuevamente a países pobres y ricos, reunidos en Helsinki

Casi 90 delegaciones, de las cuales 34 pertenecen a países firmantes de la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, se esforzaban ayer en Heisinki en armonizar puntos de vista destinados a arbitrar medidas contra su deterioro, verdadera "bomba de relojería colocada en la atmósfera" según las palabras de Mostafa Toiba, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que inauguró la reunión.

Dos metas principales planteó Tolba a las delegaciones: detener totalmente la emisión de los compuestos clorofluorocarbonos (CFC) para el año 2000 y que los países industrializados ayuden a los subdesarrollados a llevar a cabo programas en tal sentido. El solo enunciado de estos objetivos implica problemas de tal magnitud que nadie espera que ni esta conferencia que se clausura hoy ni la que comienza la semana próxima, también en la capital finlandensa, puedan establecer mecanismos decisivos para alcanzar las metas deseadas.Ya en el primer día de la conferencia dos bloques, países ricos por un lado y pobres por otro, delinearon con claridad sus posiciones. Los primeros, que han sido los que han promovido las reuniones internacionales sobre la amenaza a la capa de ozono, impulsan proyectos de contención de los compuestos CFC, sobre los que los segundos están de acuerdo,aunque señalan que -no tienenen absoluto las condiciones materiales para cumplirlos. Esta realidad, que ya se hizo evidente en la reunión celebrada en Londres el pasado mes de marzo, volvió a estar presente en Helsinki cuando el representante de China Popular dijo apoyar tanto las resoluciones de la Convención de Viena como las del Protocolo de Montreal, pero no tener en absoluto posibilidades de financiar la sustitución de los freones que se quiere erradicar.