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Kohl insiste en negociar sobre los misiles de corto alcance

HERMANN TERTSCH, El canciller (jefe de Gobierno) de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut KohI, y su ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, reiteraron ayer su decisión de solicitar negociaciones sobre los misiles de corto alcance en Europa y rechazaron enérgicamente las críticas recibidas por ello desde Londres y Washington. La solicitud de la RFA de abrir negociaciones sobre armas nucleares de corto alcance ha abierto en la OTAN un grave conflicto.

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En su declaración ante el Parlamento en Bonn, Kohl anunció la revocación de numerosas iniciativas de su Gobierno en un intento por frenar la fuga de electores y poner fin a fuertes tensiones en el seno de la coalición democristiana-liberal.Entre las medidas más populares decididas "por la coalición, bajo la presión de la opinión pública, se halla la negativa a pronunciarse de inmediato en favor al despliegue de estos nuevos misiles. Los 88 misiles Lance actualmente desplegados en la RFA quedarán obsoletos en 1995. Londres y Washington insisten en una rápida decisión en favor del desarrollo del nuevo sistema.

La dureza de las declaraciones oficiales de Londres y Washington, llegando a acusar a la RFA de "deslealtad" cuando no de "traición" a la Alianza Atlántica, no tiene precedente en los 40 años de existencia del bloque. Ayer, el Gobierno federal dejó claro que no se dispone a ceder en este terreno y que Washington y Londres deberán avenirse a un compromiso que responda de alguna forma a los intereses nacionales alemanes y su condición de nación más expuesta a los peligros de un conflicto nuclear. Varios países de la OTAN han manifestado ya su adhesión a la postura alemana, entre ellos Bélgica, Noruega e Italia.

Genscher pronunció uno de los discursos más emotivos de su dilatada vida política, en el que defendió con vehemencia el especial papel que recae en los alemanes en un proceso de reunificación del continente europeo.

El Parlamento federal (Bundestag) en Bonn fue escenario de un encendido debate con brillantes intervenciones -especialmente la de Genscher- en el que todas las fuerzas políticas demostraron el absoluto consenso nacional en la exigencia de negociaciones para reducir los misi,les de corto alcance cuya utilización en caso de conflicto afectaría exclusivamente al territorio alemán a ambos lados de la frontera entre los bloques.Negociar con el Este

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En su declaración gubernamental, Koffl insistió en que aboga por suspender toda decisión sobre el despliegue de nuevos mis¡les de corto alcance hasta después de 1992 y por entablar de forma inmediata negociaciones con el Pacto de Varsovia para la reducción de estas armas. "Esperamos de nuestros amigos el mismo grado de comprensión para nuestros intereses que nosotros les hemos demostrado en numerosas ocasiones", señaló Kohl.El canciller se pronunció en favor de mantener la disuasión nuclear y convencional como única defensa con credibilidad y advirtió sobre la posibilidad de involuciones políticas en el este de Europa y la URSS. Aseguró que "el desarrollo de un nuevo sistema para suceder al misil de corto alcance Lance es una decisión nacional norteamericana"."En el año 1992, a la vista de la evolución política y de seguridad, especialmente bajo consideración de los resultados de todas las negociaciones de desarme, la Alianza decidirá si para 1996 es necesaria o no la creación de un nuevo sistema que suceda a los Lance y su consiguiente producción y despliegue". Kohl reiteró la "firme voluntad de lograr en todos los aspectos de la política de seguridad y desarme un acuerdo en la cumbre de la OTAN".

La naturaleza de los sistemas del Este hace que éstos afecten especialmente a la RFA, señaló Kohl antes de pedir de forma muy clara a los aliados, sobre todo al Reino Unido, pero también a Estados Unidos, que tengan-en cuenta los intereses de los alemanes y cesen en sus presiones para una decisión inmediata en favor de la modernización.El canciller Helmut Kohl dejó ayer claro que no va a ceder en favor de una política de rearme propugnada por Margaret Thatcher que daría una baza capital a la oposión socialdemócrata en la República Federal de Alemania y supondría para él y su partido un obstáculo gravísimo ante las muchas elecciones que aún quedan por celebrar; las más importantes, las federales del próximo año.

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