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Argel, Argel...

El secreto de Estado deja de ser aterrador para convertirse en subgénero de comedia de enredo cuando se convierte en secreto a voces y cuando entre esas voces la más débil es la del propio Estado. Se montan las necesarias conversaciones de Argel y el Gobierno tiene el valor político de asumirlas, pero al tiempo que las asume las somete a régimen de danza de los siete velos y la población asiste a la vaguedad de las formas y los sonidos más allá de tanta celosía. De pronto todo el mundo se cabrea y lanza comunicados como quien lanza platos o pichones en los campos de tiro, finalmente se rompen las conversaciones, ETA vuelve a matar v a aterrar y el Gobierno argelino desautoriza por igual al Gobierno español y a los etarras.

Ahora estamos en el período del "yo ya lo dije...", %quién ha ganado?", %quién ha perdido?" y el Gobierno insiste en ocultar el contenido exacto del debate de Argel, mientras a la calle llegan rumores, más o menos interesados, de que allí se habló de todo lo divino y de todo lo humano: es decir, de autodeterminación y de Navarra.. El señor Fraga ya se ha rasgado las vestiduras que le quedaban sin rasgar desde su etapa de temperamental ministro del antiguo régimen y los etarras quieren demostrarnos que están en condiciones de hacernos la vida imposible, mientras los peatones de la historia no sabemos qué diablos ha pasado en Argel para tanto ruido y tan pocas nueces.

¿Quién hubiera perdido si la Sociedad hubiera recibido una información clara y corresponsabilizadora de lo que ETA pedía y de lo que el Gobierno estaba dispuesto a dar? ¿Por qué se nos ha sometido a un tratamiento infantilizador, como si no estuviéramos ya maduros para descubrir, no sin una cierta angustia, que los niños no vienen de París? Es posible que el Gobierno temiera ser acusado por la derecha de no saber guardar secretos de Estado. Pero es que los secretos de Estado fueron inventados por las derechas para que el Estado siempre estuviera hecho a su medida, incluso si algún día lo administraban las izquierdas.

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