Una fuerte tormenta puso en dificultades al barco patroneado por el Rey en el lago italiano de Garda
JUAN ARIAS, El rey Juan Carlos evitó el sábado una fuerte tormenta que amenazó a su velero Bribón en el lago italiano de Garda, donde probaba el nuevo barco con vistas a una competición internacional que va a disputarse en Grecia. El velero, con 14 tripulantes, regresó a puerto utilizando su motor de emergencia y rodeado de lanchas de la policía. La Prensa italiana recogía ayer, domingo, la noticia con tono de alarma. El diario La Repubblica explicaba que el Rey corrió peligro de naufragar. El embajador español en Roma, Emilio Menéndez del Valle, declaró sobre esta versión: "Es sencillamente ridícula".
El diario La Repubblica titulaba en su primera página: 'Juan Carlos, rey marinero, ha corrido el riesgo de naufragar en el Garda'. Corriere della Sera dedicaba al hecho una foto y un pie, donde indicaba: "El Rey ha arriesgado mucho a causa de una de esas tormentas que se producen en el Garda. La embarcación había llegado al centro del lago cuando fue sorprendida por una borrasca". El diario local Arena, de Verona, publicó a su vez una página completa en la que describe con cierto dramatismo la situación.
Las autoridades española: no informaron de estos hecho durante toda la jornada del sábado, y ayer, domingo, la versión oficial se demoró hasta pasadas las seis de la tarde, en que pudo ser localizado Fernando Gutiérrez, jefe de prensa de la Casa Real, quien señaló que el Rey en ningún momento corrió peligro y que no se había informado de lo ocurrido por carecer de importancia y tratarse además de un viaje privado. También señaló que el Monarca salió a navegar cuando el tiempo aún estaba en calma, y que las autoridades italianas le avisaron después de que había peligro de tormenta. Tras ello regresó a puerto con normalidad, según esta versión.
Escolta policial
Tal relato difiere del ofrecido por los diarios italianos y por la agencia France Presse, según los cuales el Rey no tuvo en cuenta las advertencias de las autoridades locales respecto a que se esperaba una fuerte tormenta sobre el gran lago. "El Rey sonrió y se encogió de hombros", relata La Repubblica, "y salió escoltado por cuatro barcas de policía y carabineros y por un helicóptero militar".
El periodista de ese diario Danilo Castellarin cuenta así el episodio: "Randa y Genoa, las dos velas de 45 metros cuadrados, se hinchan por un viento que en la orilla silba a 80 kilómetros por hora. A los pocos minutos, pasada la montaña que la tenía escondida, aparece en el horizonte la tromba de aire, que levanta olas de tres metros. Advertidas, vía radio, las barcas de los carabineros, deciden intervenir. El velero real está ya inclinado 45 grados. Baja la temperatura a cero grados; graniza y llueve a cántaros. El cielo se oscurece y el nerviosismo se apodera también de los hombres de la seguridad españoles, que desde la orilla siguen con aprensión las maniobras de emergencia. En algunos momentos, el Bribón desaparece literalmente de la vista, bañado por la montaña de espuma de un lago enfurecido. Más que el lago del sol de las guías turísticas se parece al lago de Lochness. Pero la barca resiste y la tripulación consigue recoger las velas gigantes".
El embajador español, que se desplazó a Verona para despedir allí al Rey -el Monarca regresó por la tarde a Madrid-, declaró telefónicamente a este periódico: "Cuando salió el barco hacía sol. Después se levantó una pequeña ventisca y el Rey prefirió recoger velas, no por riesgo físico, sino por no estropear el barco recién estrenado. Todo lo demás no es ni periodismo amarillo. Es periodismo estúpido. Hasta el más analfabeto sabe que un naufragio ocurre en un océano, no en un lago". [No obstante, el diccionario de la Real Academia define el naufragio como "pérdida o ruina de la embarcación en el mar, o en río o lago navegables".]
Situación controlada
Preguntado sobre cómo había reaccionado el Rey, que conoce perfectamente el italiano, leyendo ayer mañana estas crónicas de los periódicos, el embajador Menéndez del Valle respondió: "Con humor". Y se limitó a decir: "Pero ¡qué exagerados!". El diario La Repubblica coincidía con esta parte del relato. Según ese periódico, el Rey comentó: "¿Miedo? No, no, la situación estaba bajo control. Y además estábamos cerca de la orilla y había más motoscafi de la policía que en el golfo Pérsico".
El lago de Garda es el más grande de Italia. Tiene 370 kilómetros cuadrados, 51,5 kilómetros de largo y 17 de ancho. La zona tiene un clima mediterráneo y es un lugar preferido de los turistas alemanes occidentales. Allí vivió Mussolini cuando trasladó a sus alrededores los ministerios fascistas.
El rey Juan Carlos había acudido a Garda para botar el barco, una three quarter valorada en 25 millones de pesetas, construida allí, en las orillas del lago.
Don Juan Carlos había empezado su estancia el viernes con una cena ofrecida en el palacio de los únicos patricios veroneses acreditados en todas las cortes de Europa: los condes Guarienti di Brenzone. En aquel mismo palacio habían sido huéspedes en 1986 los príncipes Carlos y Diana de Inglaterra.
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