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Una película muestra en Moscú la brutal represión de los manifestantes de Georgia

Pilar Bonet

Una impresionante película documental, exhibida ayer en presencia de varios diputados del Congreso de la URSS y representantes de la intelectualidad georgiana y moscovita, se ha convertido en una prueba de excepción de la brutalidad de las fuerzas especiales que disolvieron el mitin pacífico del 9 de abril en Tiflis. Los espectadores, que abarrota han ayer una de las salas de la Casa de los Cineastas de Moscú, pudieron ver horrorizados cómo una multitud que entonaba oraciones y por taba velas era violentamente atacada por tropas armadas y perseguida por carros blindados tras negarse a reconocer el peligro del que advertía dramáticamente la máxima autoridad religiosa de Georgia, llia li.

"La represión no podía haber ocurrido sin el conocimiento de la dirección central en Moscú", dijo el director de cine y diputado del Congreso, Eldar Shenguelaya, quien denunció el intento de las autoridades soviéticas de convertir los acontecimientos de Georgia en un problema local. Al igual que otros representantes de medios reformistas, Shenguelaya consideró que los sucesos son el exponente de un conflicto entre fuerzas a favor y en contra de la perestroika, que pueden repetirse en cualquier momento y en cualquier lugar de la URSS.Un ambiente muy tenso y lleno de rumores reinaba ayer en Moscú, donde el portavoz del Ministerio de Exteriores, Guenadi Guerasimov, informó del descubrimiento de dos bombas caseras el jueves en dos concurridos lugares de Moscú: la estación de Pavelevski y la estación de metro de la Exposición de los Logros Económicos. Ambos artefactos, detectados en un intervalo de 50 minutos, fueron desactivadas sin incidentes.

Una de las escenas más impresionantes del documental, en el que tuvo un importante papel el periodista Yuri Rost, fue la llegada de la katolikos de Georgia (máxima autoridad religiosa, equivalente a la figura del Papa para los católicos), llia li a la plaza, en el centro de Tiflis, donde estaban concentrados los manifestantes.

El documental está compuesto por filmaciones realizadas en gran parte por aficionados, y no ha sido exhibido públicamente.

"Les ruego que se levanten y vayamos juntos a la iglesia de San Jorge a dar las gracias a Dios por nuestra salvación", dijo llia li, que había llegado a la plaza para advertirles del peligro real que podía comenzar de un momento a otro. "No, no. Dios está con nosotros", le contestó la multitud. "Les ruego que no piensen que me lo ha pedido el Gobierno. No tenía derecho a no venir aquí y estar con ustedes", dijo el Katolikos, en una escena que fue seguida de un silencio sobrecogedor, sólo quebrado por los disparadores de las cámaras

En un plano, que recordaba la película Iván el terrible, llia Ii permaneció callado y expectante, en tanto se rezaba un Padrenuestro y se entonaban canciones corales dirigidas por la Asociación de Ciegos de Georgia. De pronto, los tanques echaron a andar y las tropas, protegidas por cascos y escudos, se dirigieron hacia los manifestantes. Siguieron escenas de gran confusión, disparos, columnas de humo, gente golpeada y gente que golpeaba a los tanques con palos.

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El ruido de las patadas sobre el blindaje y un remolino de policías de donde surgían mujeres enloquecidas que pasaban junto a las cámaras llevándose las manos a diferentes partes del cuerpo y con los ojos desorbitados. Se vieron también los cuerpos de las víctimas, golpeados y contusionados, en el depósito de cadáveres de Tiflis. Los rumores y especulaciones que dominan el ambiente en Moscú están causados en gran parte por la convocatoria de un pleno extraordinario del Comité Central para el próximo martes, día 25.

Medios políticos atribuyen el pleno a los deseos del aparato derrotado en las pasadas elecciones, y señalan que Gorbachov pronunciará un discurso sobre el estado de la nación en el cual puede anunciarse el retraso de las elecciones municipales y republicanas, previstas para el próximo otoño.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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