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Muere el último disidente norteamericano

Abbie Hoffman fue el símbolo de la protesta contra la guerra del Vietnam

Francisco G. Basterra

Con la muerte, la madrugada del jueves, de Abbie Hoffman, el radicalismo norteamericano, aplastado por ocho largos años de reaganismo y de conformismo generados por la paz exterior y el bienestar económico, ha perdido a su último rebelde. Este hombre desgreñado era el símbolo de la protesta liberal de los años sesenta contra la guerra de Vietnam, la punta de lanza de una difícil progresía en un país mayoritariamente conservador y satisfecho de sí mismo.

Aunque no hay nada sospechoso -léase drogas- en su muerte, el anticonvencionalismo del personaje y la ausencia de una causa aparente del fallecimiento han hecho que las autoridades decidieran practicar la autopsia al cadáver. Hoffman, de 52 años, fue encontrado muerto por el dueño de la casa en que vivía, en New Hope (Pensilvania), a las 20.15 del miércoles (en la madrugada del jueves en España). Divorciado dos veces, deja una mujer y tres hijos.El pasado año, Hoffman, graduado en Psicología y discípulo de Herbert Marcuse, se definió como "un disidente americano". "No creo que mis objetivos hayan cambiado desde que, a los cuatro años, me enfrentaba con los matones de mi colegio". Fue un activista descontento con el materialismo de EE UU y su política exterior, defensor del tipo de la calle, de los débiles frente al establecimiento del Pentágono o de Wall Street.

"Era un gran tipo, un gran rebelde, un sedicioso y uno de los hombres más honorables de nuestro tiempo", dijo ayer el poeta y también activista de los sesenta Allen Ginsberg. "Era como un gran artista en sus happenings políticos, en crear situaciones que causaban una gran comprensión y una gran ilustración".

Tras una época como vendedor de productos farmacéuticos, Abbie Hoffman, que había fundado una empresa de suministros médicos junto con su hermano, se decantó por la lucha social. Primero, a favor de los derechos civiles de la minoría negra, y después, en la oposición a la guerra de Vietnam. A finales de la década se instaló en Nueva York, donde conectó con los hippies decidido a organizarlos en un movimiento activo. "Yo siempre", diría después, "he tenido mi flor en el puño cerrado".

Hoffman organizó un heterodoxo movimiento político de protesta denominado yippies, por Youth International Party, que se vanagloriaba de "no tener líderes, ni miembros, ni organización". Abbie se convirtió en una figura nacional gracias a la protesta que dirigió en la convención del Partido Demócrata en Chicago, en 1968, contra la guerra de Vietnam y que acabó en serios disturbios que conmocionaron al país.

'Los siete de Chicago'

Hoffman, como miembro de los llamados siete de Chicago, entre los que se encontraba Tom Hayden, que después se casaría -ya se ha separado- con Jane Fonda, fue sometido a un juicio acusado de conspiración. Finalmente, fue absuelto de ese cargo. Uno de los siete, Jerry Rubin, afirmó ayer que "Hoffman era una persona muy peculiar que no puede ser reemplazada. Combinaba el humor y el compromiso. Toda su vida luchó por algo. Siempre se resistió a la autoridad. Era un héroe americano único. Es una pérdida tremenda".En 1968, el año del mayo francés, dirigió la insurrección estudiantil en la universidad de Columbia, en Nueva York. "Fue un gran año, maravilloso, de los que ya no se hacen", diría pasado el tiempo. En 1974 pasó a la clandestinidad para evitar un juicio por posesión de cocaína. En 1980 se presentó a las autoridades y reveló que se había cambiado la cara mediante la cirugía estética. En sus años de fugitivo, y mientras estaba dedicado a causas ecologistas, Hoffman llegó incluso a acudir a testificar ante comités del Senado y a ser nombrado para formar parte de una comisión federal.

Cumplió condena, un año, por la antigua posesión de droga, y en los últimos tiempos se dedicó a escribir nuevos libros y a dirigir protestas en defensa del medio ambiente y contra las centrales nucleares y la CIA. Fue detenido 42 veces en su vida de activista; la última, en 1987, en compañía de la hija de Jimmy Carter, Amy, en la universidad de Massachusetts.

Antes de morir, Abbie estaba dirigiendo la oposición a una estación de bombeo en el río Delaware para sacar agua para enfriar una central nuclear.

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