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El canciller austriaco pide severidad con los culpables de las muertes en un hospital de Viena

El canciller federal austriaco, Franz Wranitzky, demandó anoche a las autoridades que tornen las medidas más enérgicas y severas para localizar y responsabilizar a todos los culpables de la muerte de al menos 49 pacientes en el hospital Lainz de Viena. Cuatro enfermeras del pabellón 5 de dicho hospital han sido detendidas por esta serie de asesinatos, la mayor en Europa desde 1945. El jefe del Gobierno austriaco agregó que aún quedaban " muchas preguntas abiertas a los médicos".Franz Wranitzky, en su primera reacción sobre el caso, defendió al concejal de sanidad del Ayuntamiento de Viena, el socia lista Alois Stacher, quien está siendo objeto de numerosas críticas y peticiones de dimisión.

Mientras, Dora Ferrada Avendano, la enfermera chilena a quien se había acusado de ser cómplice de las detenidas, se presentó voluntariamente en la mañana de ayer a la policía en Viena. Según informaron los oficiales de seguridad a cargo de los interrogatorios, Ferrada no tuvo que ver con los crímenes, sino que las acusaciones contra ella eran una venganza de la enfermera Wiltraud Wagner, una de las arrestadas, que había señalada como sospechosa hace ya un año por Dora Ferrada. La enfermera chilena está aún detenida y será sometida a juicio por haber tenido conocimiento de los hechos, aunque los denunció sólo hace un año.

Responsabilidades

Las declaraciones de políticos y las investigaciones policiales van responsabilizando cada vez más a los médicos. El alcalde de Viena, Helmut Zilk, culpabilizó al doctor Franz Pesendorfer, jefe del pabellón 5, y a otros médicos de esa sección de no haber cooperado con la policía el año pasado, cuando ellos mismos presentaron la primera sospecha de asesinato. Aunque los médicos habían escuchado rumores de la sobredosis de medicamentos, construyeron un muro de silencio.

El lunes por la tarde fue cerrado el pabellón 5 por "falta de personal" y los enfermos fueron distribuidos por otras secciones o enviados a otros hospitales.

Mientras, el psiquiatra Erwin Ringel afirmó en una entrevista aparecida ayer en el matutino Kurier que los crímenes del pabellón 5 eran un residuo de la ideología nazi cuando se mataba a los "inservibles". Explicó que las jóvenes auxiliares de enfermería que aparentemente no tienen nada que ver con el tercer Reich "conservan esa mentalidad". Ringel, que es también jefe de una estación hospitalaria para suicidas, dijo que le parecía "inimaginable" que los médicos del hospital Lainz no se hubieran percatado de las muertes que se iniciaron en 1983.

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